El maestro Aquiles Córdova Morán, hace algunas semanas, nos ilustró acerca del escabroso camino que ha tenido que recorrer nuestra vida política para que México llegue a ser respetado en el mundo como una nación democrática. Nos explicó que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) pudo gobernar 70 años seguidos, no porque en cada proceso electoral sus candidatos hayan sido los mejores, no, al contrario, sus candidatos y gobernantes se volvieron cínicos y se alejaron completamente del pueblo al que siempre decían representar. Por eso el pueblo, ya en los años 60, empezó a buscar otras opciones partidistas.
¿En qué consistió el secreto del PRI que gobernó durante tantos años? Fácil: en el control ejercido sobre los órganos electorales. Ese control duró hasta 1996. Aquí les va un breve resumen:
a) En 1946, sexenio de Manuel Ávila Camacho, se creó la Comisión Federal de Vigilancia Electoral. A la cabeza de esta comisión, estaba el secretario de Gobernación, mano derecha del presidente.
b) En 1973, gobernando Luis Echeverría, fue creada la Comisión Federal Electoral, también a cargo del secretario de Gobernación, mano derecha del presidente.
c) En 1990, ya en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, fue creado el Instituto Federal Electoral (IFE), también bajo la responsabilidad del secretario de Gobernación, mano derecha del presidente.
d) En 1996, gobernando Ernesto Zedillo, el IFE fue reformado y desde entonces ya no participa la Secretaría de Gobernación. El IFE se convirtió en un Instituto integrado por expertos electorales, sin nexos partidistas.
e) En 2014, ya en el gobierno de Enrique Peña Nieto, el IFE se convirtió en el actual Instituto Nacional Electoral (INE), integrado por expertos electorales, sin nexos partidistas.
Pero al mismo tiempo que los verdaderos demócratas han pugnado para lograr un sistema electoral confiable, han existido y existen dictadores o aspirantes a dictadores, que empujan al lado contrario, buscando imponerse o imponer a sus amigos y seguidores en los cargos de elección popular, para lo cual no dudan en echar mano de las más diversas triquiñuelas, violando flagrantemente la ley. Las pasadas elecciones de junio son ilustrativas: asesinatos, secuestros, golpizas, amenazas, compra de conciencias, turismo electoral, etc., eso vivimos en toda la nación. Chimalhuacán e Ixtapaluca, en el Estado de México, son claros ejemplos.
Pero quiero centrar la última parte de mis comentarios en lo acontecido en Puebla. En los municipios poblanos de Ocoyucan y Huitzilan de Serdán ganaron por amplio margen los candidatos antorchistas Rosendo Morales Sánchez y Josué Elías Velázquez Bonilla. Agotado el término establecido por la ley para impugnar, y no habiendo ninguna, se declaró finalizada la elección.
Todo iba bien, pero, ¡oh, sorpresa! Días después, contra toda legalidad, fuera de tiempo y sin respetar los conductos marcados en la ley electoral, el IEE aceptó las impugnaciones para las dos elecciones; en ambas se pidió la anulación. Los argumentos son deleznables: en Ocoyucan el PAN acusa que hubo violencia, disparos de arma de fuego que intimidaron a “sus” votantes. En Huitzilan el argumento de Morena es que se rebasó el tope de gastos de campaña.
¿Cómo pudo el Instituto Estatal Electoral (IEE) de Puebla prestarse a semejante patraña? Por la sencilla razón de que no es un órgano autónomo; quiero recordarles que el año pasado, enero de 2020, el IEE fue puesto de rodillas por el gobernador Miguel Barbosa Huerta, quien le impuso como consejero presidente a uno de sus amigos, quien un día después de haber sido nombrado, anuló el proceso que ya había terminado, mediante el cual el Movimiento Antorchista Poblano (MAP) iba a convertirse en partido político. Fue una intervención grosera, donde incluso el gobernador dijo que no permitiría que una “organización de delincuentes” se convirtiera en partido.
Miguel Barbosa, desde que llegó al Gobierno estatal, se ha mostrado como un rabioso enemigo del antorchismo, y hace todo lo posible por desaparecer a esta noble organización. Miguel Barbosa es un enemigo de la democracia, es un peligroso aprendiz de dictador, pues pretende imponer a sus allegados en Huitzilan y Ocoyucan, violando desvergonzadamente la ley electoral. Si permitimos esta injusticia, estaremos abriendo la puerta para que se cometan muchas más, contra cualquier ciudadano, organización o partido que no sean del agrado del dictador.
El Movimiento Antorchista Poblano va a defenderse, de eso no hay ninguna duda. Tampoco hay duda de que, para construir una nación libre de dictadores, se requiere la participación firme de la ciudadanía. Hay que participar.
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