Guardar silencio.
A veces debería guardar silencio,
callar lo que veo, lo que escucho…
voltear la cara y no darme cuenta,
volver a mis oídos ciegos, y a mis manos mudas,
a mi lengua un trapo y a mi corazón de mármol.
Tendría que atar mis pasos… quemar mis ojos,
pero resulta que no puedo; no vivo por pasar el rato,
ni acumulo ideas para ser más sabio, ni me grabo lo que escucho
para repetirlo solo… siempre a solas, bien alto.
Pasa que no estoy listo, nunca estoy listo…
y todo me sorprende y todo me provoca.
Estoy jugando, es cierto. Pero es que alguien se robó mi infancia
cuando todavía era mía… y no por eso crezco, y no por eso grito,
grito porque me divierte ver saltar asustados a mis delirios.
A veces cuando salgo… camino un largo rato, sin rumbo fijo,
me detengo en los jardines, me siento en las banquetas…
y fumo un poco mientras escribo mentalmente cosas que luego me olvido.
Esa es mi vida, cazar ideas; soñar despierto;
y casi siempre… hablar dormido
y de vez en cuando,
cuando estoy de suerte,
hablar contigo.