MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El rey del moche

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Los recientes videos de los altos funcionarios de Campeche Aarón Pozos Lanz, secretario de Educación Pública, y Armando Constantino Toledo Jamit, jefe de la Oficina de la gobernadora Layda Sansores, publicados esta semana en curso, recibiendo grandes fajos de dinero, además de la senadora por Morena Rocío Adriana Abreu Artiñano, causan indignación por todo el país. Esos videos muestran solo la punta del iceberg de corrupción, gigantesco, que por todos lados está desnudando a Morena, al grado de que prácticamente no hay área de actividad política morenista que esté libre de sospecha. No es exagerado decir que el gobierno de AMLO es el gobierno del moche y del cash, del uso indiscriminado de dinero en efectivo de dudoso origen para comprar desde votos hasta voluntades y poder político. Esta corrupción tiene una forma concreta de realización: se hace compartiendo los dineros mal habidos con cómplices y mediante intermediarios, dando mochadas, pues. Lo que se ha publicado recientemente respecto a la corrupción en Campeche, es sólo una parte, es lo que nos alcanzamos a enterar. 

AMLO es el rey del moche, el verdadero y auténtico, y el libro de Elena Chávez prueba que sólo así pudo llegar a donde está: con moches y su complemento necesario: el intermediario, que se encarga de organizar su distribución, asigna tantos y cantidades y aceita la maquinaria del moche para que funcione acorde a los deseos del rey. 

AMLO ha naturalizado el moche y al intermediarismo como la forma más natural de hacer política, como si fuera la única. En su gobierno nada se mueve si no es con moches; esto no es una afirmación gratuita ni una apreciación subjetiva ni revanchismo, es la realidad monda y lironda. Vaya como prueba el Índice de Transparencia Internacional dado a conocer en la nota “Pese a ´retórica´ de AMLO, México quedó entre los más corruptos de 2021”, publicada en www.politica.expansion.mx; y de entonces a la fecha sólo ha habido más escándalos.

Hoy nos queda claro que todas esas denuncias supuestamente honradas y valientes que hacía el rey del moche y el intermediarismo contra estas mismas actividades, adjudicándolas a sus adversarios políticos, eran solo la tapadera de su propia podredumbre, eran como aquel ladrón que para despistar a sus perseguidores gritaba “¡Allá va el ladrón, a él, al ladrón!”.

Nada se mueve en este gobierno si no es con moches e intermediarios, con sobres amarillos, bolsas de papel, ligas y maletines repletos de billetes, como si el rey los hubiera institucionalizado, por así decirlo. Lo vemos desde sus orígenes, desde los video escándalos de René Bejarano en 2003 recibiendo dinero de Carlos Ahumada y las declaraciones de éste involucrando también a Carlos Imaz, esposo de Claudia Sheinbaum, y Ramón Sosamontes, protagonista éste último de la “estafa maestra”, todos ellos intermediarios de los moches y cortesanos del rey. 

Los hermanos del presidente de la república, Pio y Ramiro, el primero ha sido grabado en reveladores videos recibiendo grandes sumas de dinero por intermediarios “para la causa”, el segundo beneficiado con cuestionados créditos por la Financiera Nacional… y no se les ha hecho nada. Tampoco a Felipa, la intermediaria prima del presidente, haciendo contratos millonarios con Pemex, que “no se había dado cuenta”. Los intermediarios que tanto denuncia AMLO los tiene en su casa y en su propio gobierno.

Tampoco ha tocado a sus funcionarios con multitud de casas, como Bartlett, o la Casa Gris de su hijo Ramón en Houston, Texas, casa que pertenecía a la petrolera Baker Hughes, que resulta tener contratos con el gobierno federal por miles de millones de pesos destinados a Pemex y los oscuros negocios de Carolyn Adams, mujer de Ramón, relacionada con la extraña compra de la refinería que AMLO se empecinó en adquirir en EU. Pero nada pasó. El hijo sigue feliz, feliz, feliz (en tanto que Biden no quiera apretar más el cuello de nuestro reyezuelo).

Alejandro Esquer Verdugo, secretario particular del presidente Andrés Manuel López Obrador, fue uno de los operadores de un “carrusel” de presunto financiamiento ilegal de Morena en 2017. Los videos de esta operación fueron también publicados. El 28 de diciembre de 2017, Esquer y Denis Zaharula, junto con otras cuatro personas, realizaron 28 depósitos por un monto idéntico de 50 mil pesos en un lapso de apenas 20 minutos en la sucursal San Ángel de Banco Afirme, hasta sumar un millón 400 mil pesos en efectivo. Se formaban en la fila, hacían un depósito y casi de inmediato se volvían a formar. Esta maniobra se replicó en otras sucursales bancarias por un monto de 44.4 millones de pesos, según se publicó en www.lja.mx en diciembre pasado, hay videos de todo. Aquí tiene usted más intermediarios evidenciados contra los que su jefe no hizo nada.

AMLO no ha tenido empacho en defender a la que fue su secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez, hoy candidata a gobernar el Edomex, delincuente confesa a la que no le importó aceptar dicho cargo y candidatura luego de haber sido expuesta por cobro de “diezmos” a los trabajadores del municipio de Texcoco. El otro aspecto de la señora Gómez, inseparable del cobro de diezmos, fue necesariamente la repartición del botín, es decir ella también es intermediaria, precisamente en el sentido delincuencial que siempre le quiso dar el presidente a esa palabra, ¿y?

Nada, nada de nada. Los casos de corrupción se multiplican, la participación del crimen organizado en las elecciones donde ganan morenistas es un secreto a voces, las denuncias suben de tono, mueren periodistas, muchos están amenazados y viven a salto de mata, unos definitivamente se han ido del país. Mientras tanto, las obras y servicios que realiza el gobierno son asignadas sin licitación, es decir, a quien se le pegue la gana al rey. Pero en el reino del moche y el intermediarismo todos viven a gusto, sin ser amenazados más que por sus propios ambiciosos compañeros, que usan los medios de comunicación y las leyes hasta donde lo permite su poder para aplastar a sus adversarios, que fue lo que casi seguramente sucedió en Campeche, pleitos de familia.

Pero justicia para los humildes, obras de infraestructura y servicios básicos para las colonias y comunidades olvidadas, medicinas al alcance del pueblo, sistemas de salud y educación eficaces y eficientes, empleos dignos, buenos salarios, de eso, de eso nada, nada de nada. AMLO nos quiere jugar el dedo en la boca distrayéndonos con el juicio a Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad en el sexenio de Felipe Calderón, pero si el buen juez por su casa empieza, ya nos quedó claro que el presidente no es un buen juez por una sencilla razón: ser justo no reditúa moches ni permite controlar intermediarios. La justicia no es territorio sano para el rey del moche.

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