La estadística Educativa es la recopilación de los datos elementales (cantidad de alumnos inscritos, aprobados, reprobados, con capacidades diferentes, etc), que permiten conocer el "estatus quo” de la educación. Realizar esta tarea, es parte de las funciones que tienen los directores de cada plantel educativo de todo el país, a través del levantamiento del cuestionario 911, formato diseñado por la dependencia y que se realiza en línea. Hacerlo con honestidad y en tiempo y forma, es lo que permite tener datos seguros y exactos. Esta importante tarea, se realiza al inicio y al final de cada periodo escolar, anual o semestralmente según sea el caso, para que a su vez la Secretaría de Educación Pública (SEP), oficialice los datos, los haga públicos y de esta manera se tomen decisiones sobre procesos de planeación, programación, presupuesto y asignación de recursos, evaluación y otras actividades.
Pues bien, esta es la primera vez que dicha información no se encuentra de manera pública en el Sistema de Información y Gestión Educativa (SIGED), y la dependencia tampoco la ha entregado a la Comisión Nacional para la Mejora Continua en Educación (MEJOREDU), el organismo autónomo encargado de hacer investigación y determinar indicadores de mejora educativa. Es decir, desconocemos cuál ha sido el impacto del programa "Aprende en Casa&rdquo, en todos los niveles, no conocemos de manera oficial cuáles fueron los resultados. Tampoco se sabe si hay algún instrumento (como encuesta en línea o telefónica) para evaluar el programa, que considere la opinión de padres de familia, maestros y directivos.
Esta falta de transparencia y honestidad, despierta muchas dudas en todos aquellos que estamos interesados en el rumbo de la educación de nuestro país. Es preciso saber, ¿cuántos alumnos lograron los aprendizajes esperados?, ¿cuántos alumnos abandonaron sus actividades, y cuáles fueron las causas?, ¿cuántos alumnos reprobaron? Y también, cuál fue la situación que experimentaron los docentes; por ejemplo, ¿cuántos de ellos se capacitaron en tecnologías de la información?. Los profesionistas de la educación, requerimos un punto de partida, una base real para plantearnos metas concretas (medibles y alcanzables), que dirijan nuestro trabajo durante el ciclo escolar. No hacerlo así, es como edificar una casa sin los pilares que la sostendrán. Y los padres de familia requieren saber si todos sus sacrificios para educar a sus hijos, están teniendo resultados.
La realidad es innegable, bien podemos pretenden evadirla o juzgarla solo en una de sus partes, pero eso no será confiable. Los resultados son evidentes, están a la vista de todos. Tan solo en el Bachillerato EMSAD que laboro, al final del semestre que recién concluyó, tuvimos un 67.5% de reprobación, y del otro 32.5% que aprobó, haría falta saber si lograron alcanzar los conocimientos pretendidos y no solo la calificación aprobatoria.
A riesgo de equivocarme, puedo decir que unos de los factores que incidió directamente en estos resultados, fue la situación económica de las familias, pues, aunque la mayoría de los estudiantes fue beneficiario de la Beca que les otorga el gobierno federal, no fue suficiente para que las familias tuvieran liquidez suficiente para los gastos básicos y el pago de sus deudas. Debido a eso, un 70% de los estudiantes decidió darle prioridad al factor económico, y emplearse en un oficio, dejando en segundo lugar sus actividades académicas. Otra causa fue, la falta de condiciones para el estudio en sus casas, es decir no cuentan con un espacio físico adecuado para hacer sus tareas ni con una computadora ni internet, y en algunos casos, ni señal de teléfono; lo que coincide con las cifras que maneja el INEGI en los datos del Censo de Población y Vivienda 2020, los cuales indican que solamente el 52 por ciento de las viviendas tiene internet, y el 37.6 por ciento tiene una computadora o una tableta.
Es por eso que hoy exhorto a todos mis colegas y compañeros del magisterio, a todos los padres y madres de familia, que exijamos la información de manera clara y oportuna, la trasparencia y honestidad del Gobierno de la 4ªT que tanto pregona, y que se actué en consecuencia, pues aunque ambos hagamos esfuerzos y sacrificios para que nuestros estudiantes progresen, sin el apoyo desde arriba, será casi imposible.
México tiene bajo nivel de escolaridad, el promedio es de 9.7 años, significa que difícilmente llegamos a primer año de preparatoria; en la última década el incremento fue de 1.1 años, y si nos mantuviéramos con ese ritmo, como en las últimas dos décadas, tendríamos que esperar hasta el año 2040 para convertirnos en un país cuyo nivel educativo fuera el equivalente a la preparatoria, demasiado tiempo y demasiado poco. Con estos niveles, estamos condenados a seguir siendo un país tercermundista en materia educativa, de fácil manipulación, y eso es un peligro inminente, y para prueba, tenemos nuestra realidad social con sus múltiples problemas. La educación es y será el motor de avance en una sociedad como la nuestra, que nadie lo olvide.
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