Recientemente, la polémica en torno a los libros de texto gratuito que cada año distribuye la Secretaría de Educación Pública (SEP) en todas las escuelas de educación básica del país, ha subido de nivel. Padres de familia e investigadores educativos denunciaron que los libros de texto para el ciclo escolar 2023-2024 están plagados de errores, incluyen temas que consideran inapropiados y faltas en el proceso de elaboración.
Incluso, la Unión Nacional de Padres de Familia, el Frente Nacional por la Familia y los investigadores educativos promovieron amparos contra la distribución, logrando que una jueza de la Ciudad de México en fechas recientes ordenara a la SEP suspender el reparto de los libros de texto. Orden que, como todos sabemos, el gobierno y la SEP no acataron.
Pero lo que más me llama la atención de esta polémica, es, que los grandes magnates de este país, como Ricardo Salinas Pliego y otros, utilicen la “ideología” de la “Cuarta Transformación” (4T) que hay en algunos libros de “la Nueva Escuela Mexicana” para llamar “comunista” al gobierno de López Obrador.
Salinas Pliego dice en unos de sus tweets: “Yo estoy a favor de la familia tradicional como célula básica de la sociedad, estoy a favor de la libertad personal y la innovación como la fórmula para alcanzar la prosperidad para todos, a favor de crear riqueza, de dar trabajo, de vivir mejor, de aspirar a tener comodidades, estoy a favor de que los jóvenes puedan cumplir sus sueños, de la cultura del esfuerzo y de la meritocracia, que tenga más… quien lo merezca, estoy en contra del rencor social, de incentivar el odio a través de forzar una ‘lucha de clases’, estoy en contra de la violencia y del autoritarismo que proclaman los marxistas pendejos hdspm” (sic) .
Al mismo tiempo, en medios televisivos propiedad de Salinas Pliego y otros de gran cobertura en el país, a propósito de los libros de textos gratuitos, le daban vuelo a la “notica” de: ¡El peligro comunista acecha a los niños en México! Por ejemplo: el comunicador Javier Alatorre del noticiero Hechos de TV Azteca dice: “México está en peligro por un virus que se creía erradicado, el virus comunista. Su resurgimiento está en la educación comunista que la SEP busca imponer a las niñas y a los niños de México". Y sigue; “estamos ante una conspiración fraguada de comunistas trasnochados como el director de Materiales Educativos Marx Arriaga”.
Ante el señalamiento de los poderosos de este país podríamos hacernos varias preguntas como: ¿Es verdad que en México se busque imponer con los libros de texto una educación comunista? ¿Es el gobierno de López Obrador comunista? Yo, por lo menos, podría responder la primera de las preguntas, de manera general y sin temor a equivocarme: ¡de ninguna manera el gobierno de López Obrador está impulsando una educación comunista! Más bien, con su Nueva Escuela Mexicana lo que se puede apreciar es, que no tiene a las personas adecuadas para ni siquiera, redactar con buena ortografía los libros, mucho menos, tiene a profesionistas competentes para reorientar la educación de nuestro país.
La educación y el modo de producción vigente no pueden estar desvinculados entre sí, y menos ser antagónicos, porque la educación existe para crear los cuadros que el sistema dominante necesita para seguir perpetuándose. El sistema nunca va a educar a la masa para que se vuelque en su contra
De la segunda pregunta, podría responder (con base en análisis hechos por grandes pensadores y luchadores sociales con mucho conocimiento de la historia de la lucha de clases, como el maestro Aquiles Córdova Morán), de la siguiente manera: El gobierno morenista no es comunista, simplemente, porque a la luz del concepto materialista de revolución, un movimiento social es una revolución verdadera cuando tiene como meta esencial cambiar de raíz la estructura económica de la sociedad, es decir, la forma en que se halla organizada para producir los bienes materiales y los servicios que necesita para vivir, la forma en que se reparten o distribuyen esos bienes entre sus miembros y la forma en que la riqueza resultante se divide entre las distintas clases sociales, por eso resulta imposible considerar a la 4T de López Obrador, como movimiento revolucionario auténtico, mucho menos comunista.
Así vista las cosas, podemos asegurar que en México no gobierna una nueva clase social, sino una mezcla confusa y heterogénea de comunistas, excomunistas, socialdemócratas, izquierdistas teñidos de progresismo, tránsfugas y trepadores profesionales de los viejos partidos que perdieron el poder y uno que otro ricacho que aprovecha el poder de Morena para proteger y acrecentar sus negocios. Tampoco vemos una política clara y sistemática respecto al viejo Estado “neoliberal” que tanto ha criticado López Obrador, ni ningún proyecto digno de este nombre para levantar una economía más fuerte y equitativa, sobre todo para las clases de menores ingresos.
La 4T se halla a varios años luz de una revolución verdadera y por lo tanto de una nueva clase social. De esto se deduce que los cambios y modificaciones que han introducido en la vida de los mexicanos, muchos de los cuales han resultado tremendamente dañinos, son absolutamente arbitrarios y sin la mínima legitimidad popular. Obedecen sólo al carácter autocrático e impositivo del presidente López Obrador, al que todos sus seguidores obedecen más por miedo o conveniencia que por respeto y convicción.
Dicho esto, podemos afirmar que en México no hay un gobierno comunista, a lo mucho, sólo un cambio de partido o figura gobernante que está o debe estar al servicio de los que verdaderamente tienen el poder político y económico de nuestro país, es decir, del capitalismo. Por eso, no nos sorprendamos de la reacción de Salinas Pliego y otros grandes capitalistas mexicanos y extranjeros ante la “ideología comunista” de los libros de texto gratuitos.
Lo verdaderamente grave es que los autores de la Nueva Escuela Mexicana olvidan o no saben que históricamente está comprobado lo que dijo Carlos Marx en una de sus grandes obras: “En un país dividido en clases, la ideología dominante será la de la clase dominante”. La educación debe servir al sistema dominante, por lo que es de locos crear un modelo educativo opuesto frontalmente a dicho sistema sin antes haberlo destruido, o al menos derrotado definitivamente.
La educación y el modo de producción vigente no pueden estar desvinculados entre sí, y menos ser antagónicos, porque la educación existe para crear los cuadros que el sistema dominante necesita para seguir perpetuándose. El sistema nunca va a educar a la masa para que se vuelva en su contra. Así que López Obrador y su política educativa, lejos de ayudar al país, sólo trae más problemas porque desata la ferocidad del sistema y los únicos afectados somos como siempre, los más desprotegidos de este país. Vale.
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