Hace precisamente un año que se inicia este grave conflicto entre estos países y que directa o indirectamente ha repercutido a nivel internacional. La madrugada del 24 de febrero de 2022, el presidente de Rusia, Vladimir Putin ordenó una operación militar especial en Ucrania desde el norte (Bielorrusia), el sur (Crimea) y el este (Rusia).
Muchas de estas noticias son manipuladas por diversos medios de comunicación y pocas veces se habla con la verdad, pues se nos hace creer que es una invasión, y el presidente ruso siempre ha declarado que se trata de una operación militar especial debido a los atropellos cometidos por los neonazis, que han cometido atropellos contra la población prorrusa que vive en la región este de Ucrania.
No cabe duda que el imperialismo estadounidense ha provocado todo esto con el fin de que sucediera y con el objetivo de frenar el avance ruso y detener a China.
Boaventura de Sousa Santos afirma en su artículo de La Jornada 24/02/2023 que “en la guerra de Ucrania, el imperio estadounidense, el imperialismo ruso y el imperialismo chino se enfrentan”
“En este momento, el imperialismo más peligroso es el de Estados Unidos. Saca ventaja en dos áreas, la militar y la financiera. Nada de esto garantiza la longevidad de este imperialismo".
El imperialismo estadounidense está en declive, pero la decadencia en sí misma puede ser uno de los factores que explica la mayor peligrosidad de hoy.
Por eso, en este caso, el apoyo que brinda a Ucrania es significativo. Va a la cabeza del apoyo internacional que se le ha apoyado a este país para poder resistir militarmente a Moscú.
También fue capaz de forjar una coalición internacional para respaldar a Ucrania, proporcionando decenas de miles de millones de dólares en ayuda militar, entrenando a las tropas ucranianas e imponiendo sanciones de todo tipo a Moscú.
“sin el apoyo de Estados Unidos, y después (…) el europeo y mundial más amplio, los ucranianos se habrían derrumbado”, afirma Mark Cancian, analista del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
“El apoyo es absolutamente vital. Y continuar con ese respaldo es absolutamente vital”, recalca.
La ayuda de aproximadamente 50 países está coordinada a través del grupo de contacto para Ucrania, que se reunió por primera vez a fines de abril del año pasado.
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, ha sido el motor del grupo, que mantuvo reuniones casi mensuales para intensificar los esfuerzos, coordinar la asistencia y enfocarse en ganar el combate.
La ayuda militar a Kiev suministrada por Estados Unidos y otros países asciende a por lo menos 45 mil millones de dólares desde que inició el conflicto.
Más de la mitad de esa cifra proviene de Estados Unidos, que echó mano de las reservas militares. Pero esto afectará en un futuro en su capacidad defensiva pues tiene un impacto en las existencias de municiones de artillería y cada vez será un problema mayor.
“La dinámica del imperialismo estadounidense parece imparable, siempre alimentado por la creencia que la destrucción que provoca o incita tendrá lugar lejos de sus fronteras protegidas por dos vastos océanos. Por tanto, tiene un desprecio por otros pueblos. Estados Unidos siempre dice que interviene por el bien de la democracia y solo deja destrucción y dictadura o caos tras su paso” afirma el sociólogo Boaventura de Sousa Santos en su artículo titulado “Los imperialismos”(La Jornada 24/02/2023).
En otras palabras, se oculta la verdad, pues debemos recordar que los pueblos indígenas y la población negra de Estados Unidos siempre han sido sometidos al exterminio y la discriminación más violentos en el momento de intervenciones supuestamente liberadoras en el extranjero. El registro histórico revela la crueldad de estos hechos.
Invariablemente, las intervenciones han sido dictadas por los intereses geopolíticos y económicos de Estados Unidos.
Los registros históricos muestran que la prevalencia de los intereses imperiales de Estados Unidos a menudo ha llevado a borrar las aspiraciones de autodeterminación, libertad y democracia y a apoyar a los dictadores sedientos de sangre que resultó en devastación y muerte, la Guerra del Plátano en Nicaragua (1912), el apoyo al dictador cubano Fulgencio Batista y la operación militar en Bahía de Cochinos de 1961, el apoyo al golpe militar en Brasil en 1964 y la caída de Salvador Allende en Chile (1973); el golpe contra el presidente Mohammad Mossaddegh, democráticamente elegido de Irán (1953), al golpe de Estado contra Jacob Arbenz, también democráticamente elegido de Guatemala (1954); de la invasión a Vietnam para poner fin a la amenaza comunista (1965) a la invasión a Afganistán (2001), supuestamente para defenderse de los terroristas (que no eran afganos) que atacaron las Torres Gemelas de Nueva York, después de haber apoyado en los veinte años anteriores a los muyahidines contra el gobierno comunista respaldado por la Unión Soviética; de la invasión de Irak en 2003 para eliminar a Saddam Hussein y sus armas de destrucción masiva (que no existían), a la intervención en Siria para defender a los rebeldes que eran en su mayoría (y son) islamistas radicales; de la intervención, a través de la OTAN, en los Balcanes sin autorización de la ONU (1965), a la destrucción de Libia (2011).
Ante la actual situación, "Rusia se prepara para una larga guerra. En 2023 ya podría usar el misil nuclear “intercontinental” apodado Satán II. Anuncia que fabricará más proyectiles hipersónicos. Da a la armada el primero de tres submarinos atómicos de última generación. Analistas ven mensaje claro para EE. UU, Francia y Gran Bretaña”, cabecea en sus titulares el diario La Jornada 24/02/2023.
China se pronuncia y le apuesta al diálogo. La humanidad entera también.
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