MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Dos cuentos cortos sin título y sin autor

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PRIMER CUENTO

Se refiere a la historia ficticia de los aldeanos de cierta aldea, cuya principal actividad era la ordeña de sus vaquitas. 

La apropiación de su producto por unos cuantos vivales, con la complicidad de soberanos corruptos que antes les gobernaron, los había llevado a elegir a un safio, ignorante, inepto, autoritario y corrupto personaje, que por años insistió en que podía remediar sus males. Nada. Vana esperanza.

El nuevo soberano incluyó en su gobierno a los vivales, compinches y familiares y siguió tolerando sus corruptelas y acciones expoliadoras. Por otro lado, sus actos de gobierno, estrambóticos y ocurrentes, causaron estragos y sufrimiento en el pueblo, a pesar de lo cual una parte del mismo aplaudía y respaldaba a su rey, obligado por la disyuntiva de acatarse o regresar a los gobiernos tan recientemente repudiados abandonar su reciente esperanza.

Y eran aquellos aldeanos tan... pero tan... pues... "buenos y sabios", que aceptaron como gran ideota y acataron un memorable decreto de su soberano, que tal ordenamiento dictó, publicitándolo como non plus ultra de transformación radical y garantía de mayor eficiencia y productividad en su actividad; de bienestar y progreso para la aldea toda.

El susodicho decreto, cuyas motivaciones quedaron ocultas por otro decreto, durante 10 años, obligaba a que, a partir de su promulgación, cada vaca debía ser ordeñada por una brigada de seis ordeñadores gubernamentales: uno para oprimir las chichis del rumiante (la vaca), otro para sostener la cubeta y cuatro para subir y bajar rítmicamente al animal (a la vaca).

Tan tan. Fin. Desconozco el resultado del novedoso método de aquel rey de aquella aldea en la vida de aquellos aldeanos, ficticio todo.

Así termina el primer cuento o chiste desgraciado (sin gracia). Pueden sonreír o reír a carcajadas. Pero aún no se burlen ni se ensañen con este simplón, burlesco y desgraciado (sin gracia) narrador, sin antes leer el segundo espantajo literario.

SEGUNDO CUENTO

Éste narra la ficción primera, supuestamente encarnada en cierto país de la era moderna, donde un desgraciado gobernante (sin referencia a la gracia, sino a su desgraciado gusto de hacer gracia y burla de ajena desgracia) tan safio, ignorante, inepto, autoritario y corrupto como el ficticio soberano aldeano, también llegó al poder criticando la corrupción, ineficiencia, entreguismo, y otros defectos y vicios de anteriores gobernantes, repudiados por el pueblo. También sus acciones provocaron devastación económica, en producción, salud, empleo, infraestructura, llevando al pueblo a una profunda crisis humanitaria y sanitaria, agravada por una pandemia, enfrentada y combatida a golpes de imperial saliva en conferencias mañaneras; con estampitas y barajitas. Ante los magros resultados, ¡¡eureka!! La reina de las genialidades sanatorias. Como el aldeano emperador, aquel gobernante inventó, para abatir a la virulenta, virosa y mortal pandemia, un método de vacunación sui géneris, innovador, de cuarta generación. Sin adquirir vacunas suficientes y menos producirlas (hasta las vacunas son ficción), instituyó 10,000 brigadas vacunadoras de 12 integrantes cada una. Un ejército de ¡120,000 brigadistas! con peregrinas funciones (como los ordeñadores ficticios), consistentes en: unos, denominados servidores, que no sirven para vacunar, sino para adular el espíritu benefactor y fuerza salvadora de su republicana alteza, así como para re censar, fotografiar, condicionar electoreramente a los desesperados y aterrorizados ciudadanos; otros, un piquetillo de soldados para "vigilar" el proceso vacunativo; algunos ciudadanos que sepa el diablo si sepan qué es una cepa, un virus o una jeringa, pero que fungen como juglares y para cantar alabanzas al cuarto imperio; y, sólo ¡un doctor y una enfermera! para, propiamente vacunar. 

Yo no he visto. Pero eso cuenta ánimas chocarreras.

Fin. Tan tan. 

1

Tampoco ahora se burlen ni hagan gesto escéptico. Resulta que, según algunos maledicentes, este segundo cuentecito que parece tan o más ficticio que el primero es real. Que el país y el gobernante existen. Que este chiste es drama humano.

Dicen también que los resultados "oficiales" (y maquillados) los puede verificar cualquiera que quiera medio informarse y pensar. 

Que el sistema nacional de salud informa como gran triunfo la aplicación de 4,214,494 de dosis que, repartidas entre 120,000 brigadistas, arroja un promedio de eficiencia de ¡35.12 dosis aplicadas por cada brigadista, en tres meses! (a partir del 23 de diciembre).

Que, si consideramos una población de 127 millones de habitantes, deberán aplicarse 254 millones de dosis. O sea, el avance general es de 1.66%. (¡uno, punto sesenta y seis por ciento!).

Mientras, los contagios (datos oficiales rasurados, dicen) sobrepasan los dos millones y los fallecidos ya superan los doscientos mil, ocupando el tal país, el 3er lugar a nivel mundial en tasa de mortalidad; el primer lugar en índice de letalidad de contagiados y, el primero en fallecimientos de personal médico, obligado a enfrentar al virus a pecho pelón, sin condiciones mínimas de protección.

Y dicen que, por increíble que parezca, el gobernante de tal país tiene sus aplaudidores ("solovinos", les llama) que lo publicitan en redes sociales como el mejor estadista del mundo y como adalid mundial en el combate de la pandemia y de todo lo malo habido y por haber e inhiben e intimidan la razón y la crítica ciudadanas.

Como lo oí lo cuento.

¿Alguna mente aguda y despierta deduce el nombre del país y de su gobernante? Me quedé con la duda.

Ahora sí. Fin.

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