MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Disculpe, señor, ¿gusta cooperar? es para mejorar este mundo

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A Tlaca

A los activistas del país

“Venid, amigos míos. 

No es demasiado tarde 

para buscar un mundo nuevo”. 

Alfred Tennyson

 

Descansaba la computadora del contador, se cerraba el código del despacho, las reuniones del fin de semana se posponían. Tlaca preparaba su cámara; todos los participantes a ensayar su número: poesía, canto, baile, lo que fuera, pues se avecinaba el día del reencuentro.

Meses previos a esta fecha memorizando, mejorando el paso, entonando el grave, todos los activistas con miras al 2 de marzo, y cada comisión preparando que todo saliera bien, desde lavar los trastes, servir la comida, los arreglos florales y el programa cultural. Nadie es más ni menos que el otro. 

Las mañanitas, los abrazos, las risas, la fraternidad. Ricos cocteles y amargas bebidas apaciguaban el calor. Los equipos de voli, la bohemia, alguna que otra poesía coral y claro que no podía faltar el chapuzón de nuestros niños y los no tanto.

Ya entrando la noche, todos corriendo a sus posiciones. Jamás olvidaremos los pasos al son del biólogo Tolentino, la extensa memoria del doctor Abel para declamar Suave Patria, los cantos de Pénjamo o corridos de Pancho Villa de Comisiones Centrales, de todos los estados; todos los nervios que vivíamos atrás del auditorio y que aumentaban a minutos de entrar a escena nos hermanaban más, nos mirábamos y “nuestro mutismo sobrecoge y pasma”.

Pero el momento más esperado y que nos hacía un solo hombre y un solo ideal, de norte a sur, de este a oeste, era precisamente cuando el maestro Aquiles tomaba la palabra; reflexiones sobre la importancia de crecer 1x1x1, sobre la precaución de “cruzar el pantano y no manchar el plumaje”, siempre contundente y conmovedor. Atentos todos. Hermanados. 

Ante los embates que hemos atravesado siempre, y exclusivamente de este sexenio de "izquierda", estamos firmes; nuestro ideal intacto y bello para luchar por él. Al frente, el activista mayor, nuestro maestro:

“Antorcha sin ustedes no sería lo que es; es más, para ser más claro, no existiría, por eso yo siempre lo digo y ahora lo recalco con especial énfasis, me siento muy orgulloso de ustedes camaradas, me siento muy orgulloso de pertenecer a este grupo de hombres y mujeres que no ostentan grandes títulos universitarios, que no tienen una larga carrera política, que no descienden de familias ilustres por el dinero y por las relaciones, que son verdaderamente hijos del pueblo trabajador”.

Hace 50 años que nació Antorcha nadie hubiera creído que podríamos llegar a este día y además en las condiciones en las que llegamos,  nos explica. Prácticamente 2 millones de mexicanos trabajadores organizados, y ese es el fruto del trabajo de ustedes, de ustedes líderes antorchistas, que nacen de la entraña del pueblo y que a mucho orgullo se han dedicado a trabajar para ese mismo pueblo con magníficos resultados, destaca el maestro.

“La lucha de Antorcha es peligrosa; no sólo es sufrida, no sólo requiere trabajo, renunciación a muchas cosas; no sólo requiere sufrir hambre y desvelos. También requiere valor, amarrarse bien los calcetines para que no se le caigan a uno a la hora de los peligros y a la hora de las agresiones. Ese es el verdadero trabajo de Antorcha”.

Uno se preguntará: ¿y por qué seguimos de pie? Porque los antorchistas tenemos como acicate fundamental para nuestra tarea de educar y organizar al pueblo trabajador, la gran injusticia social que priva en nuestro país y que nosotros la palpamos día con día, y que no sólo no se ha terminado, sino que va en aumento. Y porque ponemos por delante los intereses colectivos, de clase, antes que los personales, familiares. O, mejor dicho, están dentro de esos mismos intereses de clase, aunque ahorita o a veces la misma familia no lo entienda. 

Con un bote en la mano, bailando, declamando o explicando, siempre sudando y sonrientes. “¿Disculpe señor, gusta cooperar? Es para nuestro comedor estudiantil”. Un volante, un micrófono o al viento. Disculpe, señora, la invito a una reunión.

¡Ande doña Tomasa, ya es tarde! 

¡Ey! Don Marco, ya tenemos que irnos a la marcha.

¡Se fue otra vez el agua!

¡Inche Gobierno, vale m…!

¡Ups me equivoqué de paso!

Desde 1974 haciendo las mismas preguntas y no nos cansamos. Entre diálogos y exclamaciones por el estilo, el pequeño gigante empuja el barco del nuevo mundo. Porque vale la pena y porque hacia allá vamos. 

Por tanto, la única conclusión posible que se puede sacar es que nuevamente a pesar de lo que digan los nuevos mesías de la “izquierda”, la tarea, la salida para el pueblo pobre no ha cambiado, es la mismísima que dijo desde el primer momento Antorcha: pobres del mundo, organícense y luchen unidos para salir adelante.

A pesar de que haya quienes dicen que la historia ya sea acabó y que los pobres deben olvidarse de su pasado de redención, nosotros los antorchistas no arriamos las banderas; nosotros los antorchistas no damos marcha atrás, nosotros los antorchistas no renunciamos a nuestro punto de vista, a pesar de lo que se diga y a pesar de lo que se piense, somos la organización más grande, más fuerte, más consolidada y con más capacidad de lucha del país entero y la que tiene la mejor posibilidad de aprovechar la coyuntura histórica. 

El 2 de marzo el evento ya no se realiza como quisiéramos, pero dichos momentos viven en la memoria de todos nosotros para multiplicarlos y que el pueblo mexicano sea parte de ese nuevo mundo que se vislumbra en Teco. 

Muchos nos han dejado, muchos se han ido, pero muchos más llegan, y la unidad, fraternidad y lucha entre los que estamos, existe, llevando la antorcha siempre adelante. A las trincheras, compañeros, con la pluma, la cámara, el micrófono, las leyes, el arte, el balón, las matemáticas, siempre con la filosofía marxista-leninista por delante, y siempre con el pueblo, a hacer que los que no estaban organizados se organicen; los que no luchaban en serio, ahora sí lo hagan.

Ahora más que nunca Antorcha tiene que atrincherarse con el pueblo y detrás del pueblo, organizarlo, educarlo y lanzarlo a la lucha, cualesquiera que sean los riesgos, porque como dijo Mao: "¡Nunca olviden la lucha de clases!

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