Hace dos o ya casi tres años, en el municipio de Asientos, de Aguascalientes, la organización a la cual pertenezco me envió, con otro compañero más, a trabajar a las colonias y comunidades de este municipio, ubicado al norte del estado, ya colindando con Zacatecas.
Real de Asientos, como es su nombre, tiene alrededor de 56 poblados, su gente se dedica a la agricultura, minería, comercio informal y desde hace algunos años al trabajo en las fábricas, que día con día va en aumento, o sea, se está convirtiendo ya en una población meramente obrera, que sale por la mañana a su centro de trabajo, ubicado fuera del municipio, y regresan ya por la tarde noche, solamente a descansar.
Nuestro trabajo consistía en visitar los pueblos del municipio, platicar con los grupos Antorchistas ya formados y organizarlos, para gestionar mejores condiciones de vida para ellos y sus familias, íbamos de pueblo en pueblo, platicando con la gente, escuchando sus necesidades más apremiantes, y haciendo un plan de trabajo para tratar de resolverlas, por vía de la gestión ante las diversas autoridades. Fue en esos días que llegó la pandemia a nuestro país, muchas personas tuvieron que dejar su trabajo, fueron descansadas, varias fábricas hicieron reducción de personal, los negocios locales cerraron sus puertas, por indicación de las autoridades, y en el campo, en las grandes plantaciones, también redujeron el personal. Los habitantes del municipio, casi todos en condiciones de pobreza, y pobreza extrema, no tenían forma de adquirir sus alimentos, el gobierno municipal no hizo una campaña para apoyar a los más necesitados, por lo menos no en el primer año y medio de la pandemia, reaccionó hasta ya casi culminar la enfermedad.
Nuestra organización, a nivel nacional y local, realizó manifestaciones de diversa índole, no marchas, pues era riesgoso reunir a la gente. Nos manifestamos con cartulinas afuera de las casas, pidiendo apoyo alimenticio al gobierno federal, a los gobiernos locales, se hicieron pintas, se publicó en las redes sociales de Facebook y Twitter, o las que estuvieran al alcance, nunca recibimos apoyo del gobierno municipal ni federal. Solamente fue el gobierno estatal el que escuchó nuestras peticiones, y en esa ocasión y por única vez, nos las dieron a nosotros, para llevarlas a las personas necesitadas. Yo creo que, porque ellos se estaban cuidando de no contagiarse.
En la comunidad de Guadalupe de Atlas, vive la señora Lorena Martínez y su esposo David Esquivel, quienes por muchos años han sido fieles Antorchistas, y fueron ellos quienes me presentaron al señor Martín Ricardo Martínez Sánchez, quien, junto con su familia, se unió de forma decidida a nuestra lucha, él y los suyos nos acompañaron pueblo por pueblo, organizando a sus familiares y conocidos.
Don Martín, como siempre lo llamé era una persona muy claridosa, como muchas de las que se encuentra uno dentro del pueblo pobre, hablaba de los problemas reales en su municipio, de la falta de trabajo de los gobiernos municipales y estatales, entendía muy bien los artículos de nuestro dirigente nacional, el Ing. Aquiles Córdova Morán, pues se sentía identificado con las ideas y sobre todo con los problemas que el maestro aborda en sus escritos. Opinaba con fuerza y decisión, nos regañaba en ocasiones por faltar a las reuniones de sus grupos, y consecuente con su nueva bandera Antorchista, invitó a su familia a ser parte de ella, a educarse dentro de la organización.
Mandó a su joven hija, Esmeralda Martínez Esquivel, a educarse al Albergue Estudiantil Ezequiel A. Chávez, en la capital, donde estuvo viviendo con otros jóvenes de los diversos municipios del estado, Esmeralda acompañaba a los activistas de la organización a la entrega de despensas a los pueblos y colonias, aprendió a luchar por los que menos tienen, y apoyó el trabajo en diversos puntos del estado.
La señora Alma Verónica Esquivel Velázquez, esposa de Don Martín, siempre estuvo al lado del que en vida fue su esposo, siempre apoyó las ideas y acciones de la organización, y sobre todo, nunca abandonó al que fue hasta el día de ayer su compañero de vida.
A nosotros, los activistas, siempre nos brindaron su casa que, aunque humilde, nunca le faltó un taco para ofrecernos, una silla para sentarnos y una amiga con quién poder platicar, doña Vero reunió a gran parte de su pueblo, ella era la que andaba casa por casa tocando puertas, animando a la gente para que se uniera a la organización y juntos luchar por un mundo mejor.
Me apena mucho decir que fuimos nosotros los que nos alejamos un poco de ellos, pues por las necesidades del trabajo nos trasladamos a la capital, y fueron pocas las ocasiones que regresamos a visitarlos. Ellos nunca abandonaron la lucha y las ideas de la organización, don Martín siempre compartió, hasta sus últimos días los artículos y publicaciones de los líderes del Movimiento Antorchista Nacional, desde su Facebook ayudaba a que las personas siguieran conociendo lo que la organización planteaba, y por esa vía siempre se comunicaba con nosotros.
El día de hoy, en punto de las 6:30 de la madrugada, su hija Esmeralda me dio la triste noticia del fallecimiento del que en vida fue un gran compañero Antorchista para todos nosotros, fue un padre de familia, compañero de vida y gran amigo, la enfermedad que lo atacó hace ya algunos años no lo dejó en paz, hasta que terminó con su vida. Don Martín sufrió de enfermedad renal, de los riñones, el día 6 de julio del año 2022, me mandó un mensaje diciéndome “se me acabaron los riñones mi finísimo amigo, ya me cargó toditita, toditita la…”, la enfermedad solamente lo dejó vivir un año más, tenía razón mi finísimo amigo, ya no se pudo hacer mucho, pero si de algo sirve de consuelo, pues usted así siempre nos lo dijo, seguiremos luchando, combatiendo la pobreza, la enfermedad, la injusticia, y la falta de apoyo en las comunidades y colonias, que es donde se encuentran personas como usted mi querido amigo.
Si nuestro país tuviera un gobierno del pueblo pobre, que gobernara para los pobres verdaderamente, y no como el mentiroso que tenemos en la actualidad, los enfermos renales, los enfermos de cáncer, los que no tienen para comer, para mantener a sus familias, para brindarles, aunque sea una buena alimentación a sus familias, no se perdieran vidas tan valiosas como la de nuestro compañero Martín Ricardo Martínez Sánchez. La lucha continúa mi querido amigo, seguiremos adelante y lo lograremos, algún día, no sé cuándo, pero tarde o temprano triunfaremos.
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