Ni un centímetro se parece lo que hoy existe en el sistema de salud a lo que prometió el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador; todos habrán de recordar la muy famosa frase de “un sistema de salud como la de Dinamarca”, cuando empezó su gestión y que también formó parte de los compromisos de campaña. Hoy los mexicanos sufrimos la peor crisis de salud que nunca se había visto; es ya común y trágico escuchar que en hospital no hay medicamentos, que no hay camas, que hay doctores y enfermeras en paro o manifestándose por las pésimas condiciones en las que se les tiene trabajando, pero de Dinamarca solo queda el recuerdo.
En los gobiernos de la transición, para atender a la población sin derechohabiencia del IMSS, ISSSTE o sistemas cerrados de salud, se creó el Seguro Popular. Este, junto con el Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos, brindaba cobertura de salud básica y para padecimientos graves —a través de transferencias de recursos a las secretarías de salud estatales— a aproximadamente la mitad de la población sin otra cobertura de salud.
Los resultados de desaparecer el Seguro Popular y reemplazarlo por un bodrio como el Insabi no dejan espacio a dudas. En palabras del diputado de Movimiento Ciudadano, Salomón Chertorivski —quien también ocupó la Secretaría de Salud—, “se dejaron de realizar más de 40 millones de consultas externas, más de 7.5 millones de consultas de alta especialidad, 1.3 millones de mastografías, 1.6 millones de papanicolaous (...) 15 millones de mexicanos declararon dejar de tener un sistema de salud, el gasto en el bolsillo [por enfermedades] se incrementó 40 por ciento”.
Hoy, casi nada existe para atender la salud de los mexicanos, todos lo vivimos a diario: que no hay medicamentos, que no hay consultas, que no existe presupuesto para tal o cual tratamiento. Los que dijeron que mejorarían el sistema de salud, hoy carecen de eso y más; no es modestia decir que antes, aunque sea paracetamol, pero había; hoy ni una partilla para el dolor de hueso encuentran quienes asisten a los servicios de salud.
Hoy, casi nada existe para atender la salud de los mexicanos, todos lo vivimos a diario: que no hay medicamentos, que no hay consultas, que no existe presupuesto para tal o cual tratamiento. Los que dijeron que mejorarían el sistema de salud, hoy carecen de eso y más; no es modestia decir que antes, aunque sea paracetamol, pero había; hoy ni una partilla para el dolor de hueso encuentran quienes asisten a los servicios de salud.
Aunque muchos lo criticaron y aseguraron que sería un fracaso, el mandamás no hizo caso y aquí estamos los mexicanos sin salud, que si bien es cierto, ocupamos primeros lugares en problemas como diabetes, obesidad, infección de vías urinarias, entre otras, mismas que necesitan muchas de ellas un programa de control que el actual sistema de salud no puede brindar.
Ante este panorama es necesario impulsar una política para una mejor distribución de la riqueza nacional. México es rico, por lo menos así los demuestran la tabla de naciones ricas con relación a su Producto Interno Bruto, estamos dentro de las 15 primeras economías a nivel mundial, pero la contradicción es que en nuestro país existe una desigualdad social que va desde los bajos salarios, hasta quiénes tienen derecho a servicios tan elementales como la salud, la educación, la vivienda, entre otros.
Hoy más que ayer y que antes de que entrara esta “transformación”, que más bien parece una deformación, los mexicanos tenemos que estar más unidos y conscientes de que es necesario luchar por una vida digna y justa, de que solamente la organización será la fuerza para defender lo que por derecho nos corresponde.
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