Puebla.- El día caía y daba paso a la noche. Las familias se disponían a descansar, como cualquier otra noche, como en los últimos años. Los pobladores de la colonia "Cencalli" se fueron a dormir. El despertar del 25 de febrero fue abrupto, inesperado y violento. Malas nuevas tocaban sus puertas: mil 500 policías estatales, apoyados por patrullas, grúas y camiones de mudanzas, bloqueaban la zona, cerraban el paso de los automovilistas, porque estaban a punto de comenzar con el desalojo ordenado por el Banco Inmobiliario Mexicano. En la colonia "Cencalli", donde habitan alrededor de mil familias poblanas, los pobladores debían defender, una vez más, su casa, su hogar.
Uno a uno se fueron sumando hasta reunirse todos. Algunos, la mayoría, vio truncadas sus actividades, como ir a la escuela, ir a trabajar, incluso darse tiempo para desayunar. Sin embargo, no estaban solos, el apoyo de las colonias vecinas no se hizo esperar, también ellos llegaron para respaldarlos en la defensa de su patrimonio. El día llegó y los halló a todos reunidos.
Algunos rostros reflejaban coraje, otros impotencia, pero en todos había un común: la serenidad de sus miradas. Era un grupo valiente, dispuesto a no retroceder en la lucha por defender su derecho a la vivienda.
A pocos kilómetros de distancia, está apostado otro grupo de personas. Ellos también arribarían a la colonia "Cencalli", con una diferencia: no se solidarizarían con las familias humildes. Por el contrario, armados y equipados como si fueran a sitiar Tebas. Eran alrededor de mil 500 elementos de la fuerza policiaca del estado preparados para hacer arder a Troya.
Pasaron las horas; nadie reculaba. Para las familias depauperadas ésa nunca fue una opción viable.
Alrededor de las 10 de la mañana, cuando la amenaza del violento desalojo decreció, la gente humilde de las colonias del sur-oriente de la Angelópolis, que para entonces ya sumaban cerca de los 5 mil, se trasladaron a Plaza Dorada.
Llegaron y de inmediato formaron columnas tan largas como los rayos del sol. Uno tras otro, uno al lado de otro. Inundaron el bulevar "Héroes del 5 de Mayo". El sol abrasaba y el piso ardía. No fue impedimento para una multitud ávida de justicia.
Hombres, mujeres y niños avanzaron sobre esta vialidad, un paso tras otro, recorriendo kilómetro a kilómetro hasta llegar a Casa Aguayo, donde despacha Diódoro Casrrasco Altamirano, titular de la Secretaría General de Gobernación, para exigir que se respete su derecho a la vivienda.
Durante el recorrido, con tono enérgico, quienes hacían uso de la palabra coincidían en una cosa: reprobaban que uso irracional de la fuerza pública para arrebatar su patrimonio a gente trabajadora, humilde, que día a día sale a ganarse el pan que lleva a su mesa.
ésta es la segunda ocasión en menos de un mes que el Gobierno del estado recurre a la fuerza pública para salvaguardar los intereses de un grupo empresarial que sin escrúpulos ni miramientos, pretende dejar en la calle a mil 500 familias.
Los inconformes llegaron a Casa Aguayo. Detrás de ellos, llegó otro grupo aún mayor, 20 mil antorchistas que reclamaban la intervención del gobernador del estado en temas tan delicados que ponen en riesgo la vida de muchas personas y la estabilidad social de por lo menos cuatro municipios: Ocoyucan, ubicado al sur de la capital poblana; Huitzilan de Serdán y Ahuacatlán, ambos ubicados en la Sierra Norte, y Tulcingo de Valle, en la Mixteca baja.
Pasaron las horas y la puerta de la dependencia no se abrió. En horario laboral permaneció cerrada. Ni siquiera los elementos de seguridad que diariamente reguardan este acceso se asomaron.
A las familias de la colonia "Cencalli" nadie les pudo responder su interrogante, si la autoridad es incapaz de resolver el problema de vivienda para millones de mexicanos, y no les da vivienda ¿con qué derecho se las arrebata?
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