MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Contra Maldonado, el periodismo etílico y mentiroso

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El ocho de noviembre, el columnista Fernando Maldonado publicó un texto que tituló así: “La violencia como lucha de clases” en su portal parabolica.mx. Ahí, el señor calumnia una vez más al Movimiento Antorchista.

Dice que engañamos a los estudiantes en el VI Congreso Nacional de la FNERRR y nos compara, por sus pantalones, con “agrupaciones radicales y abiertamente violentas: el Cártel Jalisco Nueva Generación y Al Qaeda”. Sostiene, no podía faltar la lambisconería con su patrón, que con la 4T dejaron de surtir efecto las marchas y que por eso estamos radicalizando nuestra estrategia de lucha. ¿Conviene responder a sus calumnias? En lo que decido si replico (o no), pero para que el lector no se me aburra le contaré una anécdota que hizo famoso a don Fernando Maldonado.

Si la memoria no me falla, la tarde del viernes 12 de marzo de 2017, el entonces gobernador de Puebla, José Antonio Gali Fayad, invitó a los periodistas a una comida en Casa Puebla. A la comilona llegaron directores de los medios impresos, conductores de radio y televisión, reporteros, columnistas y, con hambre y mucha sed, don Fernando Maldonado.

Pasaban las 3:00 de la tarde cuando inició el banquete. Todo era sonrisas, brindis y platillos. El gobernador se acercaba y saludaba a la prensa. Se tomaban fotos. También se bebía a gusto, porque había barra libre.

Era, dijo uno de los que tomaron más de lo que comieron, un “muy chingón reencuentro entre los medios y el gobierno”. Claro, Fernando estaba alegre, estaba contento; había llegado junto a sus amigos que hacían un programa llamado “Destrozando la noticia” en las redes sociales.

Entre la comida, el alcohol, la plática, el alcohol, el calor del chisme, el café, el postre y, otra vez, el alcohol, a Maldonado se le pasaron cinco horas de embriague en Casa Puebla. A las 8:00 iniciaba su programa en redes sociales. Ya era tarde. Y no, pues ya no llegaban al set de grabación, que estaba hasta las oficinas de La Paz; o sea, algo retirado de Los Fuertes.

Así que, entre ideas que se le diluían con el whisky en su cabeza, decidió transmitir con su celular el programa, sentado en una de las mesas de la comida en Casa Puebla. Había música de fondo y había alcohol. Así inició esa noche el programa “Destrozando la noticia”, con un Fernando Maldonado que apenas podía mantener la cabeza sobre sus hombros, los lentes que ya no sabían para dónde debían mirar y, en la mano, eso sí, una copa de vino tinto, con la que se atragantaba cada que podía.

Ya en la transmisión del programa, su amigo periodista decía: “volvimos a ser invitados a Casa Puebla. Teníamos cinco años que no pisábamos Casa Puebla”. Más adelante, dijo: “Es importante sentir que la relación del medio con los políticos no es un tema de estar peleados de la greña, pues podemos convivir”. Claro, con alcohol y con dinero. Así convive la política con la prensa.

Maldonado, que no dejaba de atragantarse con el vino tinto, trató de explicar: “Esta transmisión especial obedece a dos razones: la comida se prolongó (¿no será la bebida, señor?) y ya no llegábamos al cerro de La Paz. No se trata de un acto protocolario auspiciado por el gobernador”. ¡No, claro que no! ¿Quién pensaría lo contrario? ¿Maldonado viviendo del gobierno?

Al columnista se le subió el vino y la prensa se burló de él: un tipo que se viste de trajecito, corbatita e intenta hablar como intelectual, pero que siempre busca convivir con el poder, porque es más cómodo que meterse en problemas con los ladrones de cuello blanco. La prensa se burló de su grado de sumisión al gobierno y al alcohol. Alguno de sus enemigos, le escribió una columna que tituló “El estilo etílico de hacer periodismo”. Hasta la fecha no se le ha visto hacer lo mismo. Creo que ya cambió, porque Maldonado ya no lo hace en público.

Fernando es un viejo columnista poblano. Se hizo famoso cuando le sirvió al PRI, hace más de 12 años. Aunque lo niega públicamente, también trabajó con el PAN de Moreno Valle y se le conocen los acuerdos dinerarios que hizo con la mano derecha del gobernador. Cada mes iba a cobrar por sus servicios de columnista. Sabemos cómo y cuánto le pagaban, pero lo diremos después, de ser necesario. La verdad es que le fue muy bien.

Después de 2019, con el cambio de partido en el Gobierno estatal, Fernando se quitó las prendas azules y se vistió de color vino, como Morena. También le ha ido bien. Esa es la verdad. Todos los días nacen de su cabeza las mejores formas de alabar a Miguel Barbosa Huerta y las mejores mentiras para atacar a los enemigos del gobernador. Y le pagan bien.

Hace unos siete años lo conocí porque me lo presentó un amigo en común. Me recibió con el mismo rollo con el que siempre nos ataca cuando escribe contra nosotros los antorchistas.

Hace muchos años dice que vio al líder de Antorcha comprar un automóvil Mercedes Benz blindado y que “lo pagó en efectivo”. Hizo un reportaje para la televisión, al que le sumó más mentiras, y su gran coraje es que el líder antorchista le respondió con un artículo que se publicó El Sol de México, mismo que, debido a la gran difusión en volantes impresos de nuestra organización, llegó a manos de su señora madre en Veracruz, quien alarmada le marcó al niño Maldonado para ver si estaba bien.

Maldonado despotricaba contra ese artículo. Nada raro: lo mismo sucede con varios periodistas. Y durante todo el tiempo que platicamos esa fue su queja contra Antorcha. Ahora que lo pienso creo que, en efecto, ese texto lo marcó. Lo traumó. Por eso en cada columna que a lo largo de los años nos ha dedicado siempre vuelve con la misma historia del Mercedes. Pero Maldonado siempre cambia la fecha de la compra del carro blindado; es decir, siempre miente. Ya veremos por qué.

En una columna dice que “Era el año 2003”, en otra que “Eran mediados de la década del 2000” y en una más dice “En la naciente década del 2000”. ¿Por qué miente? Porque el famoso carro blindado se compró, por un acuerdo de la Dirección Nacional de Antorcha y no por una petición personal, en julio de 2006, para que el líder antorchista viajara en un carro con más seguridad, dado que el primero de julio de 2006, un día antes de las elecciones presidenciales, en el domicilio particular del ingeniero Aquiles Córdova fue asesinado el joven Jorge Obispo Hernández en una clara amenaza de muerte para el líder de nuestra organización por nuestro desafío, siempre legal, de la forma en que gobernaba el PAN en Querétaro.

Eso no lo cuenta Fernando Maldonado, aunque sí lo sabe, porque de eso habla el artículo que lo traumó hace 16 años y que se titula “En Puebla, ‘noticia’ en TV que esconde amenaza”, que se puede encontrar en internet. Le recomiendo a Maldonado que repase el artículo, para que vuelva a ver cómo el líder antorchista rebate todos los razonamientos del autor de “Parabólica”.

Pues bien. Este mismo columnista ahora, como dije al inicio, acusa al Movimiento Antorchista de engatusar a los estudiantes de la FNERRR “para llamar a radicalizar la estrategia de lucha que tiene como fin último conservar privilegios del pasado” y de ahí, el inteligente Maldonado, y con ese supuesto llamado radical, que no explica, nos compara con un cártel de la droga o un grupo terrorista. ¿Lo podemos tomar en serio? ¿La opinión pública puede tomar en serio los ‘razonamientos’ de un periodista alcohólico, prostituido con quien mejor le pague sus bajos servicios y de muy bajo calibre intelectual? No. Claro que no.

Fernando Maldonado nos ataca hoy porque le interesa quedar bien con el gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, que es quien le da la vida de lujo que lleva y quien le suelta los billetes por las líneas que escribe. El columnista de marras debería recordar que todo en esta vida se paga, tarde o temprano. Y la prostitución del periodismo también.

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