"Ajá –dijo una ingeniosa señora- ahora que los de coche no circulan, los transportes son gratis y, cuando los usamos los jodidos que no tenemos vehículo, hay que pagar pasaje ¡Qué bonito!" Sí, señora ¡qué bonito! pero son cosas de la demagogia de nuestros gobernantes. Los gravísimos problemas del país y de la ciudad de México no se están resolviendo, ni siquiera se están sentando las bases para que en un plazo razonable se resuelvan, simplemente, se "administran", se va pateando el bote sólo para evitar o reducir al mínimo los riesgos de que resulte empañada la carrera del político que va hacia el nuevo puesto que se ha propuesto ocupar.
Medidas contra la gravísima contaminación ambiental: no circule con su vehículo, no haga ejercicio al aire libre, ¡no salga a la calle!, falta advertir: no respire. ¿Alguien puede decir cuál es el plan de las respetables autoridades de la –ahora- Ciudad de México, en contra de la mortífera contaminación? ¿Con qué medidas y en cuánto tiempo será una ciudad con aire limpio, sano, para todos sus habitantes? ¿O nada más se trata de palos de ciego o, lo que sería peor ante tan delicado asunto, manejo político, demagogia vil que pone en riesgo la salud y la vida de millones de seres humanos? El caso es que el ozono le hace travesuras a las autoridades de la ciudad ya que, con grande bulla, ordenan fase restrictiva de la circulación y, al día siguiente, el aire está peor ¿A qué se juega?
En la ciudad de México hay 409 mil personas que perciben el salario mínimo que no alcanza para realizar las tres comidas, personas a las que la autoridad les da el tratamiento de simple estadística sin darles ninguna solución y, el jefe de Gobierno, el señor Miguel ángel Mancera, para resolver el problema, declara que se propone "ayudar a cerca de 7 millones de personas que viven con un minisalario" y su idea consiste en incrementarlo de 73.04 a 82.83 pesos diarios, 9 pesos con 79 centavos más que equivaldrían a un bolillo, cinco pesos de queso ranchero para llenarlo y todavía sobraría 1 peso con 49 centavos para la cena de toda la familia. Una humillante burla.
¿Qué más? Ya se le cambió su status político al CDMX. Gran victoria ¿Y qué? ¿En qué se modificó el amargo destino de los millones de pobres que respiran aire envenenado, viajan escandalosamente amontonados en sucios transportes y llegan exhaustos a sus mal pagados empleos después de mucho tiempo de desplazarse? ¿En que se beneficiaron los que usan esos transportes infernales, cuyo orgulloso paradigma es el metro que subió el boleto para brindar mejor servicio y nadie ha tenido el privilegio de disfrutar ese "mejor servicio"? ¿En qué pues va a cambiar la vida de los trabajadores de la ciudad de México con el status de CDMX? En nada. Sí va a cambiar, no obstante, la existencia de los beneficiarios de los numerosos cargos que habrá con una burocracia ampliada, por ejemplo, con los nuevos regidores (o el nombre que decidan darles) que ahora las delegaciones no tienen y que, seguramente, habrán de tener los nuevos municipios (o el nombre que decidan darles), en una palabra, crecerá la nómina, no la obra ni los servicios públicos. Seguro.
Parte integrante, necesariamente complementaria, de esta política elitista en la Ciudad de México es la negativa a resolver los problemas de la gente más modesta y necesitada. Recuerdo aquí que el neoliberalismo en boga asegura que los pobres son pobres porque no han sabido o no han querido aprovechar las grandes y variadas oportunidades que generosamente les brinda el modelo económico, por tanto, no son -como en realidad son- unas víctimas, unos explotados del sistema sino, simplemente, unos vulgares fracasados, unos parásitos sociales a los que hay que ignorar o, cuando mucho, mantener a raya. Ese es el trato que se les ha dado a los trabajadores capitalinos que han resuelto adherirse al Movimiento Antorchista (hablo por ellos ahora, pero no son los únicos) que le reclaman a la autoridad la solución a problemas básicos pero que, con eso de que la autoridad es cada vez más renuente a resolver los problemas de la mayoría de la población, hace como que no oye, promete y no cumple o, de plano, reprime violentamente.
Un importante contingente de 300 trabajadores del predio La Ciénega, de Tláhuac, le pide a Miguel ángel Mancera que le devuelva sus viviendas ya que dos mil granaderos arrasaron su colonia tratando de favorecer a la poderosa empresa comercial Wal-Mart y, desde el pasado 5 de febrero, viven a la intemperie; otro grupo, éste de casi 3 mil personas sin vivienda, le reclama que cumpla su promesa de construirles 900 viviendas que le van a pagar; a estos problemas, hay que añadir que la autoridad se niega a ¡autorizar la conexión de la red eléctrica! en perjuicio de más de mil familias de la Colonia Tiziclipa de Xochimilco. Y para no alargar más la lista de agresiones a la ciudadanía, agrego que el gobierno de Miguel ángel Mancera, se niega a autorizar la construcción de una secundaria en la Delegación Gustavo A. Madero cuyo presupuesto fue gestionado por el Movimiento Antorchista y está listo para usarse tan pronto como el Gobierno de la CDMX deje de atravesarse.
Ahora bien, como la gente no ha querido bajar la cabeza, aceptar su impertinencia y pedir perdón como lo desea la autoridad, y ha insistido en que le asiste la razón y el derecho, el Gobierno de la CDMX ha aventado a los granaderos a garrotear a ciudadanos pacíficos que hacen uso de su derecho a la manifestación pública absolutamente pacífica. El 14 de febrero de 2014, 1,000 policías arremeten contra jóvenes estudiantes; el 3 de agosto de 2015, 500 granaderos "encapsulan" (moderno eufemismo que pretende esconder el verbo secuestran) a antorchistas que pretendían realizar un mitin afuera de las oficinas del GDF; el 17 de septiembre, granaderos le cierran el paso a una marcha pacífica; el 19 de octubre, policías secuestran a manifestantes; el 27 de noviembre, vuelven a secuestrar a manifestantes por mas de tres horas; el 5 de febrero de este 2016, más de 500 granaderos golpean a niños y a una mujer embarazada; el 19 de marzo, 1500 granaderos secuestran a ciudadanos pacíficos frente a la PGR; el 4 de abril, vuelven a secuestrar a antorchistas que iban a realizar mitin de protesta e instalar un plantón y, esta vez, golpean con macanas a por lo menos 30 personas, incluidos niños y mujeres (se robaron el aparato de sonido y una carpa para el plantón); al día siguiente, 5 de abril, 400 granaderos toman la calle e impiden un mitin de protesta del Movimiento Antorchista en el centro de la Ciudad. Así va la cuenta. Nuestros impuestos están trabajando.
En el colmo de la demagogia, el insulto y el abuso cotidiano del poder, mientras todos los capitalinos se destruyen los pulmones cada vez que respiran, quienes asisten a un restaurant, se encuentran desde hace tiempo con que, en atención a su vigor y buena salud, la autoridad ha ordenado retirar los saleros de la mesa, audaz y valiente medida por la cual los capitalinos deberán quedar eternamente agradecidos. La demagogia rampante. Compañeros y amigos de la ciudad de México, en todo el país estamos enterados de que preparan una gran movilización ciudadana contra la represión, contra la demagogia y a favor de las soluciones a los problemas de los capitalinos más necesitados, cuando ustedes lo ordenen, nos manifestaremos juntos, somos un solo hombre y un solo ideal.
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