Las celebraciones iniciaron el 30 de abril, las familia, los maestros en las escuelas, los gobiernos, celebrando a los niños, llevándolos o haciéndoles vivir un día alegre y feliz. Sin embargo, la realidad que viven es la siguiente, del total de la niñez mexicana, que es de 31.8 millones de 0 a 14 años, muchos de ellos tienen que trabajar a pesar de que la Constitución lo prohíbe. La Ley Federal del trabajo prohíbe el trabajo por debajo de la edad de 15 años, y prohíbe todo empleo peligroso.
Suman 3.3 millones de niños de 5 a 17 años que están en condiciones de trabajo infantil, 1.8 millones en actividades peligrosas (11 de cada 100); a esto agregamos, los que no asisten a la escuela son 300 mil de 5 a 11 años, el 2% de los 15 millones de la población infantil en México. (Inegi) Entonces ¿qué celebramos?
Luego vino el Día de la Madre, nuevamente familias, estudiantes y maestros en escuelas, gobiernos, convirtieron el 10 de mayo en agradecimiento festivo, a los esfuerzos de las madres por sacar a sus familias adelante: como vimos antes, la necesidad del trabajo infantil, se relaciona con la falta de empleo e ingresos de las madres que en su condición de responsables de la familia están solas a cargo del sustento de los hijos. "...En el país, siete de cada 10 mujeres trabajan para sostener su hogar" ¿Y las que no cuentan con trabajo?, "...En México hay 5.3 millones de madres, que no viven con su pareja, son solteras, separadas o divorciadas y son el sustento de su familia. Casi la mitad de las madres solteras se encuentran en condición de pobreza. (Inegi) preguntamos ¿qué festejamos?
En seguida fueron los maestros, el 15 de mayo, familias, los estudiantes en las escuelas y autoridades elogiaron el arduo trabajo de quienes preparan el futuro de la patria. 2 millones 148 mil 324 maestros, atienden una población estudiantil de 34 millones 960 mil 796 estudiantes, en 266 mil 32 planteles (Inegi). Miles de maestros se movilizaron en su día exigiendo mejores salarios, plazas laborales que aseguren su empleo, basificación a quienes no cuentan con una plaza, que se dignifique sus centros de trabajo. (El Universal, 16 mayo 2023)
Fueron después los estudiantes, el 23 de mayo, la intensidad del festejo aumentó en decibeles; pues después de dos años de confinamiento por la pandemia del virus SARS-CoV-2 que provocó la enfermedad covid-19, estaban ya de regreso en sus aulas. Sin embargo, muchos ya no pudieron celebrar, pues abandonaron las aulas: según el Inegi. 1.8 millones no asisten a la escuela, 5.2 millones desertaron por problemas económicos y 3.6 millones no se inscribieron porque tuvieron que trabajar. Como vemos, nada qué celebrar.
El 19 de junio, tocó la celebración del Día del Padre, por lo que nuevamente el comercio hizo sus grandes ventas. Pero al igual que en las otras celebraciones, una gran mayoría no tiene qué, ni con qué celebrar, es decir, no cuenta con los recursos económicos para la celebración: regalos, fiestas, según la práctica cotidiana para celebrar.
Aumentó la pobreza entre los mexicanos y aumentaron los mexicanos en pobreza: 55 millones 700 mil según el gobierno, el 43.9% del total de los mexicanos (126 millones). El número de mexicanos en pobreza extrema es de 10 millones 800 mil (8.5% del total) (Inegi). El 23.5% vive en pobreza alimentaria (Coneval). Todo esto debido a: la pérdida de empleo, a un salario con falta de poder adquisitivo, –por la inflación– y a una política económica que hace a un lado, la inversión productiva, sustituyéndola, por la entrega de recursos con fines electorales.
Este recuento entre fechas a celebrar o efemérides, donde hemos contrastado cada una de ellas, con los datos que muestran la verdadera situación que enfrentan las distintas celebraciones, era necesario, pues quiero llamar tú atención posible lector, primero, para situarnos y no olvidarnos de ella: la cruda y terca realidad.
Segundo, para informarte y pedir tu generosa solidaridad. Seguramente en cada una de estas celebraciones, has estado con tus seres queridos y, esta realidad de la que hemos hecho un recuento y que ahora la vivimos, la olvidamos o simplemente nos parece algo inalterable.
Quiero ahora junto contigo, contrastar esto, con la realidad de una apreciable familia de trabajadores. Don Pablo y su esposa Doña Ceferina.
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