MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Carta al presidente que siempre tiene “otros datos”

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Como para usted nuestro país va muy bien y su “Cuarta Transformación” va trascurriendo en beneficio de los mexicanos; que sus obras como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucía son las mejores en infraestructura y tecnología; que las adjudicaciones directas han desaparecido;  que sobran camas, médicos y medicinas para atender a los pacientes de covid-19; que la inseguridad y la violencia están disminuyendo como nunca antes; que sus programas asistenciales han resuelto definitivamente la pobreza; que sobran  empleos y oportunidades de trabajo; que el poder adquisitivo de los mexicanos les permite adquirir sin problema los satisfactores que conforman la canasta básica; en pocas palabras si para usted el pueblo de México está feliz, feliz, feliz, le sorprenderá entonces la carta que me veo precisada a dirigirle. 

Debo decir que millones de mexicanos tenían puestas sus esperanzas en usted, pues durante muchos años su discurso en contra de los privilegios, en contra de la “mafia en el poder”, en contra de la corrupción, que proponía un gobierno honesto que trabajaría en favor de los pobres de México generó enormes expectativas y hacía pensar que en realidad, al llegar usted a la presidencia, haría historia beneficiando a los que siempre han sido olvidados: los pobres de nuestra nación. Y todavía recuerdo sus palabras el día de su toma de posesión  donde dijo “… vamos a convertir a México en una potencia económica y, sobre todo, en un país modelo que habrá de demostrar al mundo que acabar con la corrupción es posible y así lo haremos, porque de esa manera construiremos una sociedad más justa, democrática, fraterna y siempre alegre”. 

Pero la realidad es otra y el entusiasmo se acabó muy pronto. A lo largo de estos tres años, millones de mexicanos nos hemos dado cuenta que nuestra sociedad ni es más justa, ni más democrática ni está feliz, feliz, feliz, como lo auguró usted en su toma de protesta y como lo ha reiterado ahora en su tercer informe de gobierno.

Es preciso recordar que cuando usted llegó a la presidencia de la república teníamos un crecimiento económico de 2.4 por ciento anual, mientras que con su administración tuvimos en 2020 una caída del 8.3 por ciento, por ello aunque existen apologistas que auguran que la economía de México crecerá en 6 por ciento, lo cierto es que no será lo suficiente para recuperar esa fuertísima caída que, otra vez como antes, están sufriendo los que menos tienen, aquellos mismos que usted dijo que protegería. Sigue existiendo la famosa “partida secreta y discrecional” que se dijo que desaparecería. Por ejemplo, el Fondo de Desastres Naturales que hoy más que nunca es necesario para atender a los miles de damnificados por las inundaciones fue destinado a sus propósitos electoreros por lo que cientos de familias que han sido víctimas no han podido recuperar sus bienes materiales. 

La situación económica y social que está viviendo el pueblo de México es cada día más difícil; y segura estoy que le haría mejor saber realmente la verdad y no realidades disfrazadas con el “vamos bien”, “vamos sentando las bases para la Cuarta Trasformación” y todas las mentiras que usted repitió en su tercer informe de gobierno, ya que nuestra realidad, la de los pueblos y comunidades es otra. 

No podemos engañarnos ni pretender maquillar la realidad con mentiras y “otros datos” que nunca se explican ni fundamentan señor presidente, porque hoy millones de mexicanos (55.7 millones de mexicanos según cifras oficiales del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) sufrimos la creciente pobreza, desigualdad, injusticia y corrupción que usted se comprometió  combatir; su mal gobierno y su mala administración están afectando negativamente en la vida de nuestros campesinos, obreros, amas de casa, estudiantes, intelectuales, niños y ancianos. 

No solo es criticar por criticar, sino criticar con fundamentos. La realidad es completamente distinta al espejismo contenido en su tercer informe. He pensado tantas veces en cómo poder llegar a usted para hacerle saber la opinión del pueblo donde vivo, pero he visto las noticias donde a exsecretarios de salud, de educación, a importantes economistas, periodistas, médicos, deportistas, científicos e intelectuales los ha menospreciado, ha desdeñado sus opiniones, recomendaciones y pronósticos porque los considera “conservadores”. Pero se equivoca señor presidente: señalar los errores para que sean corregidos no significa ser conservador; señalar la ineptitud e indolencia de su gobierno para combatir la pobreza, la desigualdad, la inseguridad y la violencia no significa ser conservador; exigir que el dinero de los mexicanos se destine puntual y eficazmente para atender la pandemia no es ser conservador. Yo no soy conservadora, yo estoy en favor del progreso y el bienestar del pueblo pobre de México; pero nuestro pueblo necesita hechos, no palabras, como también lo menciona usted con bombo y platillo en su tercer informe; nuestro pueblo está esperando hechos porque de su gobierno solo ha recibido mentiras y palabrerías.

Al parecer, señor presidente, conoce bien nuestro país, ha visitado muchas veces los estados de la república mexicana, pero por ejemplo cuando se trató de visitar a los damnificados por el huracán en Tabasco no se incomodó bajando a escuchar las necesidades del pueblo; durante la pandemia, muchos empleos se han perdido, formales e informales, pero recibieron oídos sordos a las peticiones de los olvidados; el retorno a las clases presenciales fue un hecho, pero ignoró a los estudiantes, maestros y madres de familia su petición de vacunar a la comunidad estudiantil. Eso y más hemos recibido de su parte. Necesita escuchar y atender los justos reclamos del pueblo que depositó sus esperanzas en usted.

Le aclaro que no escribo movida por algún pensamiento mezquino; le escribo sencillamente para exhortarlo a amar a su pueblo, amarlo en serio y, en consecuencia, asumir con responsabilidad el mandato que el pueblo le otorgó. Para que lo beneficie a él y no solo a los mismos de siempre, a los grandes capitales y al pequeño grupo de políticos aduladores e incondicionales que conforma su círculo más cercano. Aún le queda tiempo para corregir el rumbo, poner orden en su administración y cumplir de verdad con los compromisos que le hizo al pueblo. 

Cuando en verdad se beneficie al pueblo y se le haga justicia, cuando tenga lo elemental para vivir, cuando se combata en serio la pobreza y la desigualdad le volveré a escribir reconociendo su trabajo y su lealtad al mismo pueblo que tanto confió en usted y lo eligió como presidente. De lo contrario, será igual a muchos otros mandatarios y recordado como un presidente oportunista que le mintió y traicionó al pueblo; y así sea a través de una carta que nunca llegará a sus manos o como parte de un movimiento popular que exigirá sin descanso solución a sus justas demandas, alzaré la voz cuantas veces sea necesario para que más voces se sumen y griten conmigo. 

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