MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Campesinos y obreros deben unirse para garantizar una mejor vida

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El país vive una situación complicada, en virtud de que el salario real de los trabajadores del campo y la ciudad no alcanza para comprar la canasta mínima que calcula el Coneval. El proceso inflacionario que hemos vivido en los últimos meses ha dejado a los pobres más pobres y aun sector importante de la clase media, viéndose arrastrados a niveles de bienestar menos favorables.

Hace algunos días, el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció un aumento salarial del 20 por ciento para el año entrante para contrarrestar la inflación que alcanzo el 8.7 por ciento en noviembre, una de las más altas en las últimas dos décadas. Es importante mencionar que este aumento esta consultado con el sector patronal y como el capital nunca pierde, es seguro que el status quo se mantenga, además de que dicho aumento no nos saca del ranquin de peores salarios de América Latina y de los países pertenecientes a la OCDE. El aparente aumento es para contener el descontento social que cada día crece en México. 

La pobreza en el país se mide de forma multidimensional, es decir, no utiliza únicamente el ingreso, sino que considera también el acceso a ciertas condiciones educación, seguridad social, vivienda, salud como características clave para estar dentro o fuera de una situación de pobreza. Es decir, para que alguien sea considerado entre la pobreza, no solo debe tener un ingreso menor que el que representa una canasta determinada por el Coneval, sino que, además, no debe tener acceso a algunas de las condiciones básicas mencionadas.

Dada esta situación estructural en nuestro país y tras cuatro años de una estrategia fallida de la 4T, la cual no tiene la mínima intención de cambiarla. Incentivar el consumo y no la productividad a través de programas sociales que sirven de control político electoral, la 4T es una maquina productora de pobres. 

Sumado a lo anterior, se presentan fenómenos naturales que dan al traste a muchos sectores de la población, al verse eliminados fondos y fideicomisos para desastres o afectaciones climáticas. 

En Tlaxcala, este año fueron afectadas por la sequía más de mil 500 hectáreas de maíz, según refiere la dependencia encargada del sector agropecuaria en el estado SIA (por sus siglas). Prácticamente para muchos campesinos fue un año perdido, pues no lograron siquiera conseguir pastura para sus animales de traspatio, mucho menos grano para la alimentación diaria de la familia. 

Ante tal situación, la secretaría encargada dispuso apoyar a una parte de los afectados con mil 500 pesos. Las cosas no pintan mejor para el próximo año, ya que el presupuesto de egresos federal no considera un programa emergente para este tema de contingencias y el presupuesto local que el gobierno de Lorena Cuellar destina al campo, es tan raquítico que si consideramos a los productores inscritos en el programa producción para el bienestar les tocaría de a 1434 pesos, obviamente eso no puede ser, pues gran parte de ese presupuesto se va en salarios de funcionarios y materiales de funcionamiento de la institución. Es por ello que la lucha actual de algunos comisariados, respaldados por su base es justa, sin embargo, no basta. 

El campo está abandonado por el actual gobierno que se conforma con que sea un medio de sobrevivencia del pequeño productor, pero el campo actual está sujeto a factores naturales que ni siquiera asegura la tortilla diaria. En 2021, el país gastó casi cinco mil millones de dólares en importaciones de maíz, casi seis veces lo que se destina en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para la compra de fertilizantes para 2023.

Al respecto Luis Eduardo González Cepeda, presidente de la Unión Mexicana de Fabricantes y Formuladores de Agroquímicos (UMFFAAC), señaló que “es urgente reorientar el enfoque de la política agrícola para iniciar el proceso de modernización del campo mexicano, pues el modelo agroindustrial es el más eficaz para garantizar la productividad de granos básicos como el maíz, del que se deriva gran variedad de alimentos que distinguen a la comida mexicana”.

Para lograr una reforma agraria, acorde a las necesidades actuales, es necesario una gran fuerza nacional de campesinos organizados con un proyecto agrario que logre un país autosustentable en materia de alimentos, configurar esfuerzos en la unificación de la tierra para la implementación de la gran industria en el campo, garantizando una gran producción y un sustento por arriba de la línea de bienestar, en primer lugar, de los nuevos trabajadores del campo.

Para el logro de tal objetivo, la clase campesina pobre y media no podrá sola, solo unida como un solo hombre con un solo ideal con la clase obrera del país, que también sufre los estragos del modelo neoliberal. Cualquier solución cortoplacista o economicista para dejar las cosas igual que antes, no nos sacará del atraso ni de ninguno de los males actuales por los que atraviesa el campo mexicano.

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