A muchos les parecerá extraño que a más de dos años del secuestro y asesinato de Manuel Serrano Vallejo, sigan realizándose manifestaciones para exigir justicia en la resolución de su caso, y puede resultar lógico para una población que está acostumbrada a que los sucesos desfilen de este modo; es decir, a que las autoridades, faltas de capacidad, no resuelvan los asuntos de la ciudadanía y se escuden en el acostumbrado dictamen de "falta de pruebas", por lo que no se puede hacer más que archivar el caso, mientras que los afectados tienen que resignarse y convivir con los sentimientos que estos crímenes provocan. Pero resultaría disparatado creer que todos estamos obligados a comulgar con esa rutina.
El Movimiento Antorchista, ha sufrido la pérdida de muchos luchadores sociales emanados de sus filas y siempre ha exigido justicia para sus caídos.
Pero muchas veces puede suceder que la ciudadanía vea con rareza estas protestas por considerarlas un mero circo de los antorchistas. Sin embargo, es importante señalar que Don Manuel era un ciudadano como cualquier otro: esposo, padre, hermano, amigo y en un hombre honesto, trabajador y humilde, según el dicho de las personas que lo conocieron. De oficio voceador, trabajo que lo ayudó a sacar adelante a su esposa y a sus seis hijos; sabemos que la tarea de vender periódicos no es sencilla, hay que madrugar para recibir los diarios y comenzar a distribuirlos a temprana hora para que la información llegue fresca al público; en fin, esta historia nos resulta tan familiar, porque es la vida de la mayoría de los mexicanos, gente que labora y con mucho esfuerzo, procura el bienestar de los suyos. Es por eso que vale la pena reclamar justicia para Manuel Serrano Vallejo, pues ese es sólo el nombre simbólico de miles de personas que viven situaciones parecidas, secuestros, asesinatos, robos, violaciones, entre otras tantas desgracias. Por ellas, también reclaman justicia los antorchistas, pues es un hecho que el tema de la impunidad a nadie le resulta desconocido, desgraciadamente, si algo es innegable, es que tendemos a ser cada día más indiferentes a estos escenarios, cuando deberíamos estar aterrados porque ahora existen muy pocos espacios de tierra que no han sido salpicados de sangre.
El silencio es el delito en que la mayoría incurrimos, por eso muchas veces no se sancionan esos horrendos crímenes. Antorcha, a lo largo de su existencia, ha sido criticada y en su contra son vertidas un sinfín de acusaciones, pero por exigir justicia no se puede criticar a esta organización, ni mucho menos una justificación para pedirle que cese su reclamo.
Por eso encuentro justa su lucha de justicia para Manuel Serrano. El día de su rapto, trato de abrir su puesto de periódicos, como de costumbre, pero no lo logró, se lo llevaron, y hasta la fecha no se sabe de él. Lo que nunca he de entender es en qué momento un hombre se siente con el derecho de arrebatar la vida de un semejante, qué considera que ha hecho más o mejor en su existencia para decidir sobre el otro y erigirse como juez en este mundo. Sin más, los asesinos creyeron tener derecho de acabar con ochenta y siete años de vida y no merecer condena. Lo incuestionable es que el hombre ya se había ganado un lugar en este mundo y por ende es necesario darle una buena despedida. Por eso sus familiares y amigos antorchistas, exigen que las autoridades castiguen a los asesinos de Manuel Serrano y entreguen sus restos mortales para darles cristiana sepultura.
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