La conciencia del hombre se forma, en buena medida, a través del conocimiento de la cultura acumulada a lo largo de la historia de la humanidad; quien no lee, quien no se educa para abrevar de este cúmulo de conocimiento castra su capacidad de pensamiento y, por tanto, también su capacidad de resolver y de reaccionar ante los más diversos problemas de la vida. Para formar una conciencia sólida, el ser humano, entre otras cosas, debe conocer a fondo el origen y desarrollo de los distintos modos de producción que hasta a la fecha han sido en la historia humana; de las distintas manifestaciones de la psicología social de los pueblos, es decir, del conjunto de sentimientos, estados de ánimo, costumbres y caracteres inherentes a los hombres gracias a su vida en comunidad; y de todas las formas de la conciencia social como la religión, la filosofía, la ética, la estética, el derecho, la ciencia, etc.
Ahora bien, para formar una conciencia política de clase, que es la que el pueblo trabajador requiere para dar la lucha por su emancipación definitiva, es necesario educar políticamente a los trabajadores y a sus familias para que comprendan su carácter de clase social explotada y su potencial de clase revolucionaria, llamada a encabezar y a dirigir la lucha por transformar la sociedad en una sociedad fuerte económicamente, soberana, justa y equitativa.
Los trabajadores y su vanguardia, al mismo tiempo que van forjando su conciencia política de clase en su lucha por un mundo mejor, van dando la lucha por el respeto a sus derechos elementales, como el derecho al trabajo, o el derecho a contar con apoyos para la producción agrícola y ganadera o a una vivienda digna, para resolver sus necesidades inmediatas, mejorar sus condiciones de vida y, así, aprender a estar hermanados y organizados para dar, posteriormente, la lucha por la conquista del poder político en el país. Pero al mismo tiempo que dan la lucha por sus demandas inmediatas y por el poder político, libran la lucha ideológica para combatir la ideología de las clases que hoy nos dominan, que es la ideología del egoísmo, del individualismo y de la justificación de la explotación del hombre por el hombre.
Pues bien, desde mi modesto punto de vista, la revista de análisis político “buzos de la noticia”, que ha llegado felizmente a su edición número 1000, contribuye enormemente para formar nuestra conciencia como seres humanos y para forjar la conciencia política de clase del pueblo trabajador, defendiendo sin mentiras ni ambages, en forma clara y llana, la verdad de las cosas, sabiendo, como lo expresa Rosario Castellanos en su poema “Entrevista de prensa”:
“…que la palabra tiene una virtud:
si es exacta es letal
como lo es un guante envenenado”.
La revista “buzos” cuenta desde su nacimiento con un equipo de esforzados e inteligentes, pero sobre todo comprometidos con el pueblo de México, reporteros, columnistas, correctores de estilo, caricaturistas, diseñadores, distribuidores, encabezados por un ser humano con una gran sensibilidad que derrocha, por ejemplo, al declamar, inquebrantable en su ánimo, a pesar de sus limitaciones físicas, que está dedicando su fecunda vida a este importante medio de comunicación y de divulgación ideológica, el maestro Pedro Pablo Zapata Baqueiro. A todos ellos mi más sincero reconocimiento. Pero también considero que uno de los principales pilares de este proyecto periodístico, hoy hecho realidad y que compite ya con las mejores revistas que existen de este tipo, son los humildes trabajadores, protagonistas principales de “buzos”, porque de ellos habla la fábula la mayoría de las veces, porque los principales impresores, distribuidores, suscriptores, sostenedores y lectores de esta revista semanal son modestos obreros, humildes campesinos, sencillos intelectuales, amas de casa precaristas, estudiantes y maestros pobres, amantes de la justicia y el progreso de la humanidad, integrantes del pueblo llano y simple. Esto es así porque esta parte del pueblo vinculado a “buzos” sabe, como dijo Miguel de Cervantes Saavedra en boca de Don Quijote de la Mancha: “…que también los pobres virtuosos y discretos tienen quien los siga, honre y ampare como los ricos tienen quien los lisonjee y acompañe”. ¡Muchas felicidades!
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