MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ánimas en pena en Hermosillo

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En días pasados, el director de Agua de Hermosillo, Renato Ulloa Valdez, tras recibir decenas de solicitudes de diversas comunidades y colonias para introducir el servicio de agua potable en sus localidades e impulsar otras obras públicas indispensables, finalmente les dio una respuesta que ilustra y enseña mucho a los hermosillenses más humildes acerca de qué necesitan hacer para garantizar que tengan no solo agua, sino electricidad, alumbrado, además de empleos, mejores salarios, educación y salud. 

Ulloa Valdez respondió que la institución que encabeza no tiene capacidad más que para hacer proyectos y que si los pobladores quieren que se les construya alguna obra, que gestionaran ellos los recursos donde pudieran y ya con el dinero asignado para la inversión con gusto la harían.

Ante la manifiesta inconformidad de los integrantes de la comisión ciudadana acordaron buscar algún recurso que pudieran destinar a resolver estas dificultades. Ojalá. Pero francamente no nos hacemos ilusiones, pues los recortes presupuestales que Morena le ha hecho a los ayuntamientos han sido criminales, y la misma respuesta, en esencia, la hemos encontrado en otras instituciones que manejan recursos para invertir en obras y servicios que la comunidad de Hermosillo necesita. 

Nos pide, pues, la autoridad, que los humildes que necesitan agua se vayan a conseguir dinero donde puedan y se lo den para que lo inviertan en obras públicas. ¿Y entonces los impuestos, qué? Porque esos sí los pagamos. Las clases trabajadoras pagamos impuestos prácticamente por todo, lo hemos hecho durante décadas, siglos, pero no sólo no hemos resuelto los problemas que nos aquejan, sino que ahora somos más millones de pobres y la pobreza extrema creció. ¿Qué falló? ¿Por qué tenemos que andar como ánimas en pena de oficina en oficina sin encontrar redención? 

Y vaya que nadie puede negar que los antorchistas de Hermosillo somos de los más dinámicos gestores sociales de los que hoy día se pueden hallar. Nadie, ningún grupo organizado pone tanto entusiasmo y disciplina social para gestionar en las más diversas oficinas públicas, eso es reconocido por propios y extraños. 

Funcionarios, secretarias, guaruras, guardias y hasta los vendedores de las esquinas nos conocen perfectamente; nos ven día con día, semana tras semana, acudir a las oficinas, y saben que jamás hacemos desmanes ni rompemos vidrios ni pintarrajeamos paredes, sino que recurrimos rigurosamente a la legalidad en nuestra ayuda. Nadie podrá acusar a los antorchistas de groseros, chapuceros, tramposos ni de corruptos, de dar moches o cosa parecida, nadie podrá encontrar un solo funcionario en Hermosillo que afirme que nos hemos quedado con dinero público, nadie podrá estar de acuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando pérfidamente afirma que nos han dado 20 mil millones de pesos; todos aquí saben perfectamente que ahora sí Obrador se pasó de lanza.

Con nosotros, todo funcionario sabe que, si bien tenemos mucha exigencia y poca tolerancia a los incumplimientos, con los antorchistas se puede perfectamente dialogar y llegar a acuerdos para trabajar. Años de mostrar Antorcha ese comportamiento cívico, es una plena garantía de ello. Y, sin embargo, sigue faltándonos el agua, a pesar de que México es la economía número 15 del mundo en producción de riqueza. ¿Qué pasó?

Al respecto tenemos que decir que la obligación de los funcionarios es la de hacer obras de servicio de agua potable donde falten. Y, sin embargo, a los humildes sí nos falta. En cambio, a las empresas de los grandes ricos, donde nos pagan salarios de miseria, no les falta: las grandes fábricas, las cadenas de restaurantes, los enormes negocios, las minas, los campos agrícolas de enormes empresas, a todos ellos no les falta, nunca. Y si les llegara a faltar un poco por un rato, la atención para arreglar los desperfectos es súper rápida. Pero a nosotros nos ponen al último, en los hechos. Se tardan meses y hasta años en construir o arreglar un drenaje, en limpiar un canal o darle mantenimiento. Y cuando les exigimos se molestan como si les ofendiéramos. Y sí: les ofenden nuestras carencias, nuestra vestimenta y la pobreza extrema de algunos de nosotros. Pues a nosotros también nos ofende, con una diferencia: nosotros la sufrimos. Pero además tenemos que sufrir la insensibilidad de muchos funcionarios.

Entendemos que muchos funcionarios se vean quizá limitados por los reglamentos y normas municipales, y en ese sentido no podemos reclamarles nada, al contrario, entendemos que suelen ser rehenes de su propia vida burocrática; nos hemos topado con funcionarios muy buenos y honrados que verdaderamente se esfuerzan por dar alguna alternativa a las carencias de la gente que se ha organizado en este movimiento popular, pero son buenos funcionarios a los que se los traga el burocratismo o les ponen trabas a su buen desempeño. Sin embargo, cuando platicamos con gente entendida en la materia nos aseguran que una buena administración municipal no tiene por qué no resolver las carencias de servicios de su población o igual sucede cuando leemos datos periodísticos que nos dejan atónitos (Renato Ulloa y el huachicoleo de agua (infocajeme.com).

La enseñanza de todo esto es, pues, que lo que proponemos los antorchistas para resolver los principales problemas de nuestra gente en México es perfectamente válido y actual. Proponemos que se reparta la riqueza de una manera racional mediante una reforma fiscal en la que los que más ganan paguen más impuestos y los que menos ganan paguen menos o, incluso, si no ganan nada, el Estado los apoye. Porque, mire usted: si cada vez que vamos otra vez a gestionar obras chiquitas para nuestras colonias nos ponen estos obstáculos, ¿qué será cuando gestionemos las obras gigantescas que realmente solucionen de raíz nuestros problemas sociales, o exijamos reformas sociales profundas que posibiliten nuestro desarrollo? Pues que nunca las vamos a tener, porque ninguno de los partidos actuales ha verdaderamente procurado hacerlas: y aquí se verán nuestros descendientes dentro de 300 años exactamente con los mismos problemas, igualito, como ánimas en pena del pasado y de hoy. 

No. Antorcha dice: No, ya basta. Ya es hora de que gobiernen los más humildes, los olvidados, los más pobres. Antorcha nos convoca a unirnos para que esos que ahorita nos ponen tantos pretextos, excusas perfectas y nos dan miles de explicaciones sin resolver nada, esos ya no los volvamos a elegir para que vuelvan a gobernar. Ya es hora de que le demos el poder con nuestro voto a nuestras propias alternativas, a nuestros propios candidatos.

Pero mientras los sonorenses más humildes y más pobres reforzamos nuestra unidad y organización para lograrlo, mientras no la construyamos grande, fuerte, imbatible y con posibilidades de triunfar pacíficamente en elecciones democráticas, ellos seguirán gobernando y nosotros exigiéndoles, porque asumieron esa obligación, tanto de cumplir como de hacer cumplir nuestras leyes, y ahora cumplen. Y aquí nos tendrán, tocándoles a la puerta y tratando de encontrar eco entre los funcionarios más racionales, más sensibles y más a favor de verdaderamente resolver las carencias de nuestra gente. Nomás que las ánimas en pena también se cansan, y se llegará el momento en que tengan que manifestarse más… materialmente, digamos. Ojalá la sensibilidad política sea suficiente para exorcizar esos fantasmas.

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