Harto, difícil y complicada se vuelve la situación económica de la gran masa de trabajadores, tanto del campo como de la ciudad, los que producen la riqueza del país, los que desgastan su vida en los talleres, fábricas, maquiladoras, empacadoras, en la cosecha de los productos del campo, en la fertilización de los cultivos, donde familias enteras trabajan para producir los alimentos que la sociedad consumidora, demanda, todos los días.
Y estos trabajadores del campo y de la cuidad, aún con el trabajo exhaustivo diario, muchas familias no cuentan con lo necesario para una vida digna y decorosa, carecen de viviendas, y los que las tienen, viven hacinados y en condiciones deplorables; falta educación, para mejorar su calidad de vida, centros de salud para prevenir y curar sus enfermedades, y cultura para disfrute de la sociedad. ¿Qué es lo que está mal? ¿Porque está marginación y abandono, si son los que producen los alimentos, bienes y servicios? ¿por qué carecen de una buena y suficiente alimentación?
Las familias trabajadoras del campo, son los que más padecen y sufren la mala alimentación y se refleja en lo débil de su salud, la falta de desarrollo físico y mental es grave, son los más propensos a las enfermedades degenerativas por desnutrición como diabetes, osteoporosis, cáncer, etc.
En los niños y jóvenes se refleja, con un nivel muy bajo de aprovechamiento escolar, aunado a la falta de tecnología, como tabletas, computadoras e internet gratuito para el sector estudiantil campesino, para recibir las clases a distancia; como es la nueva modalidad, por la pandemia de la covid-19, que, al no crear condiciones educativas propicias deja a la marginación y abandono a la gran mayoría de estudiantes del campo, generando un alto índice de deserción escolar, trayendo consigo más ignorancia y encadenando a una generación más a la pobreza.
Es necesario y urgente que el Estado mexicano implemente un programa alimentario para resarcir los daños que ocasiona la falta de alimentos a la población más vulnerable. Será posible. Veamos.
El sistema capitalista es una gran productora de mercancías tanto en la ciudad, como en el campo, y es a la vez una concentradora de la riqueza social que se produce en el país, es un modo de producción hecho a la medida de los que detentan el poder político y económico, y nunca crearán medidas económicas que afecten sus ganancias y que beneficien a la población trabajadora, aunque en ellas se les valla la vida.
“Por el bien de todos, primero los pobres” solo fueron palabras fáciles de cantar, ilusiones pasajeras, que AMLO endulzó a los escuchas, necesitadas de lo más básico para vivir y así, timarles el voto y que, como golpe de aire en las rocas, el pueblo se topa con una cruda realidad; cancelación de programas sociales que ayudaban a los que menos tienen, cancelación de fideicomisos a la ciencia y tecnología que atrasan el desarrollo del país y otros tantos más. La cuarta transformación no es un gobierno para el pueblo. La miseria de más de 60 millones de mexicanos tiene su reino asegurado con Andrés Manuel López Obrador, no hay interés para crear mejoras en la vida del pueblo trabajador, no es su política “primero los pobres”, los hechos lo dicen todo; su interés obsesivo por sus mega obras a costa de los 193 mil muertos por covid-19, reflejan a favor de quienes gobierna. Falta invertir más a la salud.
El pueblo tiene que aprender de esta cruel realidad, tiene la oportunidad nuevamente de elegir a sus gobernantes más afines a su interés inmediato, los políticos actuales han perdido la simpatía y la confianza de los electores y hoy recurren a las alianzas con otros partidos, poniendo de por medio primero su interés personal que los beneficios de los votantes. El pueblo tiene que manifestar su fuerza política con su voto, y anteponer su interés colectivo para remediar sus necesidades, tiene que obligar al candidato a firmar compromisos y comprometerse a resolverlos si el voto de la mayoría le favorece. El pueblo tiene que organizarse y crear una fuerza suficiente y con capacidad para conquistar el poder político y económico del país, así, y solo así, podrá implementar programas que beneficien a los trabajadores del campo y de la ciudad. Un camino difícil, lleno de obstáculos, pero los pobres, estamos condenados a triunfar.
Me cuenta una persona de la tercera edad del municipio de Tecomán, Colima, allá en la tierra que lo vio nacer, esto hace ya muchos años, la gente acudía de inmediato al llamado que hacía la autoridad del pueblo, con solo sonar la corneta, no había teléfonos celulares, el llamado es más fácil ahora, la gente debe de asistir al llamado a organizarse. Yo invito a toda la sociedad a tomar conciencia, que no podemos esperar a que llegue “el maná del cielo” tenemos que organizarnos para cambiar los que está mal para nosotros, concluyó. Y así lo creo yo también.
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