MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Hambruna: mitos y ninguna acción efectiva

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Hace unas semanas, el Foro de Davos, en donde se reúnen anualmente representantes de los países más ricos del mundo, tuvo como componente principal las declaraciones de altos enviados de los países y de organismos internacionales sobre una hambruna inminente que afectará a millones de seres humanos de todo el planeta: "si no actuamos con rapidez y decisión, nos enfrentaremos a la mayor hambruna mundial en décadas", dijo el canciller alemán Olaf Scholz. Por su parte, Achim Steiner, Director del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, afirmó que “existen más de 200 millones de personas que padecen ´hambre aguda´ en el mundo. “Y cuando la gente ya no es capaz de alimentarse, cuando los gobiernos ya no son capaces de proporcionar alimentos, entonces la política se traslada rápidamente a las calles”, lo que traducido a un lenguaje menos diplomático quiere decir que pronto habrá más protestas y revueltas  de gente hambrienta.

Pero eso no fue todo, sino que señalaron culpables. Aumentando el clima de linchamiento, escalado como nunca por los  EE. UU y la OTAN contra la Federación Rusa en el contexto de la Operación Militar Especial de las Fuerzas Armadas de este país en Ucrania y en el Donbass, varios de los participantes hicieron eco de las acusaciones lanzadas poco antes, en el mes de abril, por el vicepresidente de la Unión Europea, Josep Borrell, y culparon maliciosamente a Rusia de la creciente hambruna en el mundo y del encarecimiento de los alimentos, argumentando que la operación militar ha detenido los flujos de importantes y cuantiosos alimentos producidos en Rusia y Ucrania y exportados al resto del mundo antes de la guerra. Muy a su conveniencia, varias de las celebridades asistentes, entre las que estuvo el multimillonario George Soros y el neonazi presidente ucraniano Volodimir Zelenzky, se centraron en acusar a los rusos de todos los males imaginables, mientras que todos los analistas “olvidaron” mencionar las causas estructurales de que millones de personas padezcan hambre en el mundo; que la culpa de que se haya detenido el flujo de productos agropecuarios rusos es de quienes pretenden someter a Rusia a un bloqueo económico, y que la crisis de alimentos había sido reconocida varias veces por la ONU desde mucho antes del conflicto en Ucrania. 

Obviamente, los medios occidentales partidarios de la OTAN han callado cualquier reporte que excluya o matice la responsabilidad rusa. Por ejemplo, la ONU publicó en julio de 2019, más de dos años antes del inicio del conflicto en Ucrania, lo siguiente: “… en los últimos tres años, el número de personas que padecen hambre se ha incrementado lentamente, con más de 820 millones de personas, una de cada nueve en el mundo, que siguen padeciendo hambre en la actualidad. Este número supone un retroceso a los niveles de 2010, según el último informe sobre El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo publicado este lunes” (Noticias ONU, 15 de julio de 2019). Si buscáramos en décadas atrás, es seguro que encontraríamos informes alarmantes y llamamientos de organismos internacionales denunciando que millones de personas literalmente se mueren de hambre sin que nadie mueva un dedo para solucionarlo. 

Todos eso se ha ocultado ahora, porque de lo que se trata es de linchar a Rusia y proteger a los verdaderos culpables del desastre. Esa es la razón por la que también se ha hecho una conspiración de silencio contra la bien documentada respuesta rusa a esa grave acusación que pretende convertirlos ahora en los causantes del hambre en el mundo: “La ONU advirtió sobre el riesgo de una crisis alimentaria mundial hace dos años”, publicó recientemente la Cancillería de la Federación Rusa en un documento titulado “Destruyendo los Mitos de la Unión Europea sobre las Causas de las Interrupciones Globales de Alimentos y Energía”; es decir, la advertencia de la ONU sobre la crisis alimentaria se lanzó mucho antes de la operación militar rusa en Ucrania. El documento agrega: “El crecimiento de los precios de los productos agroalimentarios en los últimos años está siendo impulsado por las consecuencias de la pandemia de COVID-19, las políticas económicas y energéticas miopes de las principales economías occidentales, las guerras comerciales, las condiciones climáticas desfavorables, las restricciones unilaterales ilegales impuestas por Occidente contra Rusia, así como la financiación insuficiente del sector agrícola. 

“Sin embargo, según los datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, no parece haber escasez física mundial de alimentos. El problema está en su estructura de distribución. El factor precio también juega un papel. El repunte de los precios de los agroalimentos se registró ya en 2020 y no fue consecuencia del Operativo Militar Especial. El índice de precios de los alimentos de la FAO (FFPI) aumentó un 50 % entre 2019 y 2022. Según datos de la bolsa de valores, los precios del trigo aumentaron un 25 % en 2021. En febrero de 2022 ya estaban entre un 31 % y un 62 % más altos que el promedio de los cinco años anteriores. años. Los precios del maíz han aumentado un 162% en los últimos dos años. Colza – en un 175%.

La pandemia de COVID-19 provocó la grave interrupción de las cadenas mundiales de suministro, producción y logística. Un aumento de las inyecciones financieras en las economías de la UE, EE. UU. y Japón para impulsar la recuperación posterior a la pandemia provocó un aumento significativo de la demanda y, en consecuencia, una inflación vertiginosa. Mientras tanto, las existencias de alimentos estaban en su nivel más bajo en 5 a 10 años. La desacertada y precipitada transición a la "energía verde" de la UE condujo a precios récord de la energía… Esto se reflejó inmediatamente en los fertilizantes (los precios de la carbamida y el salitre se dispararon entre 3.5 y 4 veces, otros entre 2.5 y 3 veces) y la producción de cereales. Estos factores se vieron agravados por condiciones climáticas desfavorables y desastres naturales en algunas partes del mundo”. También es falso, sostiene el documento del Gobierno ruso, que Rusia esté destruyendo intencionalmente la agricultura ucraniana; ni es Rusia la responsable del bloqueo del Mar Negro, minado por Ucrania al grado de que no pueden utilizarlo sus mismos barcos, lo que impide el flujo de buques que transportan cereales y otros productos; así como tampoco es culpa de los rusos que no lleguen normalmente los suministros de fertilizantes y alimentos a diversos países, puesto que quienes han obstaculizado unilateralmente el comercio de productos provenientes de Rusia, son la OTAN y EE.UU. 

Así que la hambruna de la que ahora nos alertan desde Davos no es responsabilidad de Rusia, como se afirma de manera manipuladora, sino que clava sus raíces en la mala distribución de la riqueza y el afán de ganancia que predomina sobre las necesidades humanas en el capitalismo aún dominante. Ahí mismo, en Davos, la cúpula responsable del desastre económico mundial y de la hambruna; ignoraron olímpicamente la denuncia de la OXFAM, que clamó sin ser oída: “las desigualdades matan”. Nadie le hizo caso, todos andaban ocupados culpando a Rusia de la hambruna y eludiendo su responsabilidad histórica en la muerte de millones de seres humanos.
 

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