MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El Movimiento Antorchista rescata la declamación

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Desde la fundación del primer grupo antorchista en Tecomatlán, Puebla, el secretario general del Movimiento Antorchista, Aquiles Córdova Moran, se propuso rescatar el arte de la declamación. Ya ha ganado terreno en ese propósito.

Ya hemos visto desfilar por los concursos nacionales en las Espartaqueadas Culturales Nacionales desde los niños más pequeños de nivel preescolar, jóvenes, profesionistas, amas de casa, obreros y hasta campesinos han participado en este arte.

El declamador rescata las poesías de los mejores poetas, les da voz, les da su sentir y es algo muy bello y digno de alabanza. El pasado martes 5 de julio se llevó a cabo, en el seccional Atlixco, la eliminatoria de declamación, rumbo al concurso estatal que se llevará a cabo en próximas fechas. Que bien por la Comisión Nacional Cultural Nacional que sigue impulsando estos concursos. Vaya mi modesta, pero afectuosa felicitación, a todos los participantes.

Quiero rescatar del libro Conferencias Culturales de Córdova Morán, lo siguiente: “La palabra se vuelve, pues, algo que provoca en nosotros toda una serie de sensaciones relacionadas con el hecho o con el fenómeno al que se refiere la palabra. Y este es, como si dijéramos, el gran mérito que tiene la palabra: que es capaz de suscitar en los seres  humanos  reacciones, a veces simples, a veces combinadas, a veces muy complejas, pero nunca nos deja indiferentes. La palabra nos influye, nos hiere, nos convoca; la palabra nos obliga a sentir, a razonar –usando un término más general- a tener una determinada reacción”.

“Y la poesía no es más que eso, no es más que la palabra artísticamente manejada. Artísticamente combinada con otras palabras para provocar en el hombre los sentimientos más bellos, las emociones más hondas, los pensamientos más profundos o más elevados o más abstractos, gracias al arte con que el poeta combina y artículo las palabras en el poema para provocar  en nosotros esas reacciones sublimes que solo la poesía logra concitar en los hombres” (página 103). “Dos cosas distinguen al poeta. Primero, el profundo conocimiento del efecto que la palabra tiene sobre el hombre; la medida exacta que tiene el poeta de lo que va a suscitar, de lo que va a producir en quien lo lea palabra por palabra, silencio por silencio y coma por coma. El poeta no escribe para ver qué pasa con su poesía, el poeta escribe sabiendo con toda precisión lo que quiere y teniendo la seguridad de que va a conseguir lo que quiere por ese dominio maestro que tienen de la palabra, por ese sexto sentido que no todos tenemos de adivinar qué efecto va a tener sobre el hombre la palabra. El poeta es, pues, el hombre más diestro, el insuperable maestro en el empleo del lenguaje para suscitar en el hombre lo que el poeta quiere”. 

La otra gran cualidad del poeta es que ve más que nosotros, siente más que nosotros, capta lo que otros no ven; lo más sutil, profundo, oculto, recóndito, lábil; lo que no huele, lo que no duele, lo que no se ve, el poeta lo capta. El poeta ve por todos nosotros, siente por todos nosotros, sufre por todos nosotros y es capaz de poner todo eso en bellas palabras que luego nos entrega en forma de poema. El poeta conoce el presente, estudia el pasado y, sobre esa base, adivina el futuro.

El poeta es también profeta. Aquí un ejemplo del gran poeta español Miguel Hernandez.

Las manos (fragmento)

Dos especies de manos se enfrentan en la vida,
brotan del corazón, irrumpen por los brazos,
saltan, y desembocan sobre la luz herida
a golpes, a zarpazos.
La mano es la herramienta del alma, su mensaje,
y el cuerpo tiene en ella su rama combatiente.
Alzad, moved las manos en un gran oleaje,
hombres de mi simiente.
Ante la aurora veo surgir las manos puras
de los trabajadores terrestres y marinos,
como una primavera de alegres dentaduras,
de dedos matutinos.
Endurecidamente pobladas de sudores,
retumbantes las venas desde las uñas rotas,
constelan los espacios de andamios y clamores,
relámpagos y gotas.
Conducen herrerías, azadas y telares,
muerden metales, montes, raptan hachas, encinas,
y construyen, si quieren, hasta en los mismos mares
fábricas, pueblos, minas.
Estas sonoras manos oscuras y lucientes
las reviste una piel de invencible corteza,
y son inagotables y generosas fuentes
de vida y de riqueza.
Como si con los astros el polvo peleara,
como si los planetas lucharan con gusanos,
la especie de las manos trabajadora y clara
lucha con otras manos.
Feroces y reunidas en un bando sangriento
avanzan al hundirse los cielos vespertinos
unas manos de hueso lívido y avariento,
paisaje de asesinos. 
Las laboriosas manos de los trabajadores
caerán sobre vosotras con dientes y cuchillas.
Y las verán cortadas tantos explotadores
en sus mismas rodillas.

Un poema que nos lleva a ver el futuro. Sigamos trabajando por la poesía, hay mucho camino por andar.

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