MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

AMLO, escudero de EE. UU. en lucha contra China

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China es el motor de la economía mundial desde la década de 1990. Gracias a su crecimiento económico sostenido, en 2010 desbancó a Japón como la segunda economía más grande del mundo, en 2020 superó el crecimiento económico de toda la Unión Europea y desde 2014 supera a la economía de Estados Unidos (EE. UU.) si calculamos el Producto Interno Bruto (PIB) con base en la paridad de poder de compra. Este crecimiento se ha reflejado internamente en la erradicación de la pobreza extrema y el surgimiento de megamillonarios; externamente, se ha reflejado en iniciativas como “La Franja y la Ruta”, la cual busca invertir en proyectos de infraestructura de otros países para potenciar el comercio internacional.

Estados Unidos percibió el crecimiento económico de China como una amenaza a su hegemonía mundial. Como parte de su política exterior, en su segundo mandato presidencial, Obama impulsó la creación de un bloque comercial transpacífico denominado TPP, con el objetivo de frenar a China; Trump cambió la estrategia y sacó a EE. UU. de ese bloque, pero a cambio inició una guerra comercial y tecnológica contra China; Biden continúa la estrategia de Trump, solo que añadiéndole tintes más militaristas. Pero, a pesar de los esfuerzos por detener a China, Estados Unidos ha sido incapaz de reactivar su crecimiento económico.

Ante esta realidad, AMLO ha optado por asociarse con EE. UU. para frenar a China. Esta posición la hizo pública en 2021 y desde entonces la ha sostenido en múltiples foros. En esencia, AMLO propone crear un bloque económico de todo el continente americano para fortalecer la economía continental y contrarrestar el crecimiento económico de China, pues sostiene que este sería peligroso para América. Para coronar su propuesta, plantea que EE. UU. lidere la coalición.

En América Latina están muy lejos de estas posiciones filo estadounidenses. En las últimas dos décadas, China no solo ha aumentado sus inversiones y sus préstamos en los países de la región, sino que ya se convirtió en el segundo socio comercial. Visto más de cerca, México, Centroamérica y el Caribe (salvo Cuba) siguen teniendo como principal socio comercial a EE. UU., pero toda América del Sur (salvo Colombia y Ecuador) ya comercia más con China. Hasta la fecha, 20 países latinoamericanos han firmado el memorándum para participar en la iniciativa de “La Franja y la Ruta” (entre ellos Brasil, Argentina, Chile, Perú, etc.), Ecuador firmó un tratado de libre comercio con China este 2023 y Uruguay está en negociaciones para conseguir un tratado similar.

El comercio con China no solo les da más margen de soberanía a los países latinoamericanos respecto a la histórica dominación estadounidense, sino que China practica una política exterior más respetuosa al no intervenir en los asuntos internos de los diferentes Estados. Esta realidad ha llevado a mandatarios latinoamericanos como Gustavo Petro, Alberto Fernández, Lula da Silva, Luis Arce, entre otros, ha expresar públicamente el deseo de estrechar más sus lazos con China. Otros han ido más lejos, como Nicolás Maduro, quien llama a crear un bloque internacional alineado política y estratégicamente con China y Rusia, los principales rivales de EE. UU.

En la coyuntura actual, EE. UU. busca recuperar su hegemonía sobre América Latina para cerrarle el paso a China, los países latinoamericanos buscan aprovechar el ascenso del gigante asiático para su propio desarrollo nacional, y solo México sigue llamando a la unidad continental bajo la égida estadounidense. AMLO se ha quedado solo en su defensa de EE. UU.

Algunos análisis, marcados por el determinismo geográfico, sostienen que México está fatalmente atado a la economía de EE. UU. por nuestra vecindad, pero este argumento es debatible. Antes de la instauración del modelo neoliberal y la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (ahora TMEC) la economía mexicana estaba menos integrada a la estadounidense y por lo tanto el país era menos dependiente de la superpotencia.

A México le conviene fortalecer su relación económica con China (ya es nuestro segundo socio comercial) para disminuir su dependencia de EE. UU. e impulsar un proyecto de desarrollo centrado en las necesidades nacionales y no en las del capital estadounidense. Pensar que México puede alcanzar esos objetivos fortaleciendo su dependencia respecto a EE. UU. es ignorar nuestra historia y desconocer los fundamentos económicos del imperialismo. México necesita un gobierno que sepa aprovechar la coyuntura internacional inteligentemente y no uno que se asuma como escudero de la decadente hegemonía estadounidense.

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